Para
Moreno, la trama es la historia de un demagogo, y desde ese punto de vista
desarrolla la puesta en escena, atemporal en su ubicación, pero con toques estéticos
de los años cincuenta.
“Muero
sin culpa”… alcanza a proclamar en su último estertor la desdichada Desdémona, quien sucumbe ante
la mano asfixiante de Otelo, su esposo. Es el clímax de una tragedia arraigada
en el saber popular desde su primera representación en 1604. “Otelo” de William
Shakespeare muestra el límite de la pasión humana desde distintas perspectivas:
la ambición, la intriga, los celos; y bajo la dirección de Javier Moreno nos
llega este clásico isabelino en una propuesta contemporánea y desgarradora.
Desde
el 08 de agosto y hasta el pasado
domingo, 05 de octubre, la historia del Moro de Venecia, rasgó, con su
temporada de estreno, el telón del Centro Cultural B.O.D. para mostrar una particular propuesta de
implicaciones bélicas, políticas y poéticas sobre una obra maestra universal. El
alférez Yago, llevado por la ambición y la
envidia, urde una serie de intrigas para llevar a su General Otelo a la
perdición. Incapaz de aceptar que un “negro” enarbole el liderazgo y posición que
su superior ostenta en la sociedad veneciana, y resentido por no haber
sido nombrado su lugarteniente, un Yago inescrupuloso desata en Otelo el
demonio irrefrenable de los celos, haciéndole creer que su esposa, Desdémona, le
es infiel. Un fatídico crimen es el
corolario fatal de su ardid.
Para
Moreno, la trama es la historia de un demagogo, y desde ese punto de vista
desarrolla la puesta en escena, atemporal en su ubicación, pero con toques estéticos
de los años cincuenta. Con el propósito mezquino de obtener poder –el poder
¡ay, el poder!- Yago apela y excita lo peor de la naturaleza humana: “Use usted el mecanismo lealmente conservado
de una narración tradicional donde un moro por celos mató a su esposa e
introdúzcalo en nuestra realidad del siglo XXI y voilá: Shakesperare sigue
contando nuestras glorias y miserias…” apunta
el director, responsable también de la versión del texto.
En
una atmósfera densa, seis actores responden a la intención del director de
desarrollar un trabajo escénico basado principalmente en la capacidad del elenco.
Así, Antonio Delli, ofrece un Yago inobjetable, ponzoñosamente hipnótico. William Cuao entrega un Otelo de fuerza
imparable, y conmovedor cuando se le exige. La oposición afortunada entre ambos
personajes, de ambas actuaciones, sostienen tensa la cuerda que el montaje
atraviesa airoso. Encontramos también atención en el elenco completado por Raquel
Yánez (Desdémona), Norma Monasterios
(Emilia / Brabancio), Joan Manuel Larrad (Dux / Cassio) y a Francisco Obando
(Rodrigo). El siguiente mármol por donde correrá la sangre, será el del Teatro Municipal, los
días 11 y 12 de octubre a las 05:00 de la tarde.
Columna publicada el 08/10/2014 en el diario El NUevo País
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