martes, 31 de mayo de 2011

"Goya"

Prefiero que me quite el sueño Goya, a que lo haga cualquier hijo de puta”. Con esta premisa el director y dramaturgo español Rodrigo García desarrolla un mordiente monólogo en el que disecciona, como es habitual en sus letras, las fragilidades de una sociedad signada por el consumo y la enaltación de valores superficiales. El fundador de La Carnicería Teatro presenta la historia de un hincha del Atlético de Madrid que decide gastarse todos sus ahorros en una empresa singular: llevarse a sus dos hijos, de seis y once años, apertrechados de licor, cocaína y tortillas, e irrumpir a pedradas en el Museo del Prado para disfrutar las pinturas negras de Goya. Esta forma, subversiva, despojada, delincuencial, es para el personaje el “cómo” debería disfrutarse la pintura del artista y es desde acá donde se descubre el planteamiento del autor, contraponiendo el formalismo, lo ceremonial del claustro museístico, a lo vivaz y visceral del personaje, lo que es en definitiva una posición crítica sobre la sociedad, marcada por axiomas alienantes.

Pero cambiemos el hincha español por una ama de casa caraqueña y veremos que los senderos se tocan. Así lo presenta la gente de Teatro Forte que el pasado viernes 20 de mayo estrenó en la Sala José Ignacio Cabrujas su versión de “Goya”, bajo la dirección de Vladimir Vera. La línea discursiva y estética de la agrupación se mantiene en esta propuesta, apostando a la confrontación con el espectador, a la transgresión escénica y a textos de fina crudeza. Fédora Freites brinda una meticulosa interpretación, con sustrato y aplomo. Aunque en la arrancada dejó en evidencia el arropo de los nervios, paulatinamente fue apoderándose del personaje, del discurso y del público. Una pianista que brindó algunas notas durante la representación, y un asistente de escena que alternaba sus labores con el disfrute de una revista “para adultos” (ambos tras sendas máscaras del protagonista de “V” de Vendetta, acaso en un guiño de carácter subversivo) completaron la puesta en escena propuesta por Vera que además recurrió al video como medio expresivo. Así, pudimos ver en pantalla comentarios sobre el pintor español de la boca de personajes importantes del arte y la farándula nacional y algunos del medio artístico español.

Como marco escenográfico al montaje, una colección de fotografías de Nelson Garrido extraidas de la exposición SEXPO-MASTURBARTE, estrenada el pasado noviembre. Y resulta que -y esto me resulta absurdo e inaceptable- a la “directora artística” de Cultura Chacao, le causó demasiado prurito las imágenes de genitales y desnudos humanos, por lo que exigió la supresión de las fotos del montaje. Un rancio pensamiento decimonónico e inquisitorial obviamente se esconde en distintas ideologías. Como era de esperar, Teatro Forte no aceptó la censura y suspendió, después del estreno, la temporada de “Goya” en la Sala Cabrujas, yéndose con sus corotos (fotografías incluidas) a otra parte, por lo que desde el próximo 28 de mayo estarán en los espacios de la ONG (Organización Nelson Garrido) en Los Rosales.

Es aqui cuando uno vocifera ¡“Prefiero que me quite el sueño Goya, a que lo haga cualquier hijo de puta”!

Columna publicada el 24/05/2011 en el diario "El Nuevo País"


"Doce cosas imposibles antes del desayuno"

Doce son los integrantes de la agrupación Teartes, doce los años que están cumpliendo, doce (de mayo) la fecha en que se estrenó su más reciente propuesta, y por ende el nombre que la identifica en el programa de mano es “Doce cosas imposibles antes del desayuno”, pieza basada en textos de Jorge Luis Borges y Lewis Carrol, bajo la dirección general de Jericó Montilla.

El proyecto nació con la agrupación pues ésta sería la puesta en escena con la que se darían a conocer en el ruedo teatral. Sin embargo, por unas y otras razones no fue así, y la premura o la holgura los llevaron hacia otras propuestas que obligaron a dejar archivado este texto en una gaveta , que con la angustia del que nunca gana la lotería esperaba pacientemente su momento de ser. Y ese momento llegó ahora, con la celebración de la primera docena del andar por las tablas del grupo Teartes.

La pieza presenta con brusquedad una visión crítica del “soy” y del “somos”. Acompañamos a Alicia en algunos pasajes por el País de las Maravillas para encontrarnos con la maravilla de que, bien visto, no es tal. El maltrato infantil, el apetito por la guerra, el imperio de la vanidad, la podredumbre del poder; son algunos de los vicios incrustados que merecen su despojo en el escenario, y la puesta en escena ahí nos los lanza, mirándonos de frente. A través de los doce capítulos representados (la cábala numérica persiste), al igual que a Alicia, se nos dibuja en el rostro la gran incógnita de nuestros demonios representados en los personajes típicos de la novela de Carrol: el Gato de Cheshire , el Sombrerero Loco, el Conejo Blanco, la Reina de Corazones; presentados acá como símbolo de grandes sistemas alienantes.

La formación de la directora en artes plásticas se evidencia con un tratamiento y presencia contundente de la imagen en la propuesta, que exhala expresionismo desde que el espectador entra a la sala Experimental del CELARG, convertida en un cubículo sin salidas visibles y envuelto en una espesa niebla, que acaso pudiera decirnos que además de atrapados estamos ciegos, y esto es sólo para empezar. Echando mano de recursos dadaístas como el cadáver exquisito, haciendo énfasis en la composición partiendo de la línea, Montilla desarrolla una visión en la que los actores y el movimiento escénico están en constante dinámica, brindándole al elenco la oportunidad de ir más allá de la palabra, sin olvidar el origen fundamentalmente literario del texto. A estas “Doce cosas imposibles antes del desayuno” será posible verlas hasta el próximo 05 de junio viernes y sábados a las 08:00 pm y domingos a las 06.00pm. ¿Ah, que no va a ir? Pues ¡que le corten la cabeza!

Columna publicada el 17/05/2011 en el diario "El Nuevo País"



"Lírica"

Tábula Rasa

La violencia se acuesta con nosotros y con ella nos despertamos. Ha pasado a formar parte de nuestra cotidianidad con una facilidad pasmosa, palpita, se ha hecho ciudad, individuo y sociedad; y desde ángulos diversos: en lo doméstico, en lo político, en lo social, en lo general. Ante este arropo ¿qué nos queda? ¿Cuál es la salida? Para el dramaturgo Gustavo Ott la apuesta es el reconocimiento de nuestra propia sensibilidad y esa es la utopía por la que plantea en “Lírica”, trabajo con el que el Teatro San Martín da inicio al “Proyecto Burgueses” y cuya temporada arrancó el pasado 29 de abril.

La historia de la pieza está basada en un hecho real sucedido en una escuela cercana a la sede del teatro. En ella David López y Lennon González, dos chamos de nueve años comparten amistad, el amor por la poesía y el amor por Francesca. Pero para sus madres, esa amistad es imposible: el padre de Lennon asesinó de tres disparos al papá de David para robarlo cuando éste regresaba de su trabajo, un encuentro de esos que en nuestras escaleras y veredas se da a diario. El odio y la angustia que entre estas dos familias brota, no florece en lo absoluto en el compartir de los dos amigos, concientes de los sucedido, pero ajenos completamente a esa realidad de prejuicios y deseos de venganza. Como mediadora entre las madres, la directora de la escuela lucha por hacerles entender que la reconciliación es posible, que la utopía debe prevalecer.

El montaje, bajo la dirección general de Luis Domingo González, se desarrolla en la oficina de la directora, ambientada con un viejo piano, unas sillas y el consecuente escritorio de ministerio flanqueado por la presencia de un gran tricolor nacional, que más de una vez termina en el suelo a fuerza de ira y desasosiego; y si bien es un elemento recurrente en este tipo de oficinas, acá se eleva en símbolo, en metáfora de un país que sufre dividido por el odio. En contraposición, el piano, del que la directora al final arranca algunas notas ejecutadas sin prodigio, pero con la total convicción de que el camino es el que han señalado los dos amigos. María Brito (la directora) Verónica Arellano (Abril López) y Carolina Torres (Norway González) conforman un compacto elenco, sus personajes conmueven, se nos antojan cercanos, vívidos. La puesta en escena de corte realista juega con la realidad y la poesía manteniendo el espíritu imbuido en el texto. El “Proyecto Burgueses” continuará este año ofreciendo “espectáculos que colocarán las historias de la comunidad como centro de todo el esfuerzo literario y teatral”. ¡Estaremos al pendiente!

Columna publicada el 10/05/2011 en el diario "El Nuevo País"

"Tenesse Williams"

Dos importantes agrupaciones teatrales nacionales se unen para celebrar el centenario del nacimiento de uno de los autores norteamericanos más relevantes en la dramaturgia universal del siglo XX: Tenesse Wiliams (1911-2011). Hebu Teatro y Teatro del Contrajuego juntaron esfuerzos y recursos para presentar una programación que arrancó este recién fenecido abril y que se extenderá hasta julio con actividades que incluyen la presentación de Háblame como la lluvia: Siete obras cortas de Tennessee Williams”; “Mala conducta”, tres espectáculos inspirados en sus cuentos; el montaje de “Un tranvía llamado deseo”, así como una decena de cine-foros sobre películas basadas en los textos de Williams amén de un documental sobre su vida.

Thomas Lanier Williams III, que es el nombre real del autor, nació en la sureña Missisipi y es en su región natal donde asienta el escenario para la mayoría de los dramas que brindó al mundo. Sus personajes principales -que presentan rasgos generalmente autobiográficos- siempre retratan al individuo marginado en oposición a su entorno, y en las situaciones de sus obras se expresan metáforas claras que ponen en evidencia los rasgos de la sociedad de su época, una sociedad de post-guerra, transicional entre los antiguos valores y las nuevas corrientes necesarias. Sus obras generaron, además de acérrimas críticas de los conservadores y el creciente aplauso en los teatros, versiones cinematográficas que hoy se han convertido en clásicos indispensables en la historia del séptimo arte. Su pieza más emblemática “Un tranvía llamado deseo” que le hizo acreedor del Premio Pulitzer en 1948, fue llevada a la gran pantalla bajo la dirección del mítico Elia Kazan y con ella se le dio a conocer al mundo un joven actor, un muchacho sencillo él, egresado del Actor's Studio que interpretaba el papel de Stanley Kowalsky: Marlon Brando. “La gata sobre el tejado de zinc caliente” (Premio Pullitzer en 1955) tuvo como protagonistas a Elizabeth Taylor y Paul Newman en su versión cinematográfica de 1958.
El Zoo de Cristal (1945) y “La noche de la iguana” (1961) ganaron el Premio de la Crítica Teatral de Nueva York. En 1952 “La rosa tatuada” le valió el Premio Tony (el Oscar del teatro) como mejor obra.

La dramaturgia de Williams siempre contrapuso dos grandes fuerzas de la sociedad, una puritana, conservadora, ya en decadencia; y otra rebelde, emergente, que apuesta por el rechazo a las convenciones; ambas reflejadas en las actitudes de sus personajes arquetípicos. Con carácter naturalista enmarcó sus intensas tramas en espacios reales, casi claustrofóbicos, intimamente relacionados con su vida, pero añadía a sus historias un toque de sueño, de irrealidad.

Ya en el Teatro Trasnocho está en cartelera “Un tranvía llamado deseo”, la veremos y les contaremos cómo nos va...

Columna publicada el 03/05/2011 en el diario "El Nuevo País"

"Memorias para armar"

La Fundación Compañía Nacional de Danza estrena el próximo miércoles 27 a las 7:30 de la noche en la Sala Rios Reyna del Teatro Teresa Carreño, “Memorias para Armar” pieza original del coreógrafo uruguayo Martín Inthamoussu que rinde homenaje a las víctimas de la represión que caracterizó a las pasadas (pero no por pasadas, caducas) dictaduras sudamericanas.

Memorias para Armar”, viene a ser el segundo estreno mundial que la FCND realiza en este 2011, lo que desde ya, puede decirse, es un logro rescatable en lo que a la danza contemporánea se refiere. Ya en febrero pasado estrenaron “Asonados” del coreógrafo venezolano Leyson Ponce poniendo sobre las tablas y a través del lenguaje del cuerpo en movimiento, una visión sobre los tristemente célebres sucesos de “El Caracazo”.

En esta nueva pieza la FCND vuelve a apostar por el tema social, pero pasa de lo nacional a lo continental, y deja en manos de Inthamoussu esta propuesta escénica que traduce al vértigo de la danza las historias de los sobrevivientes de esos feroces regímenes dictatoriales que azotaron nuestra América del Sur en los años sesenta y setenta.

Una gran cámara alemana blanca, con dos grandes lámparas colgantes como elementos escenográficos únicos, brindan el espacio tenso y profundo en el que los bailarines con sus buenas artes expresan el dolor, la angustia -y a la vez la esperanza- por esa justicia retardada que aún hoy, luego de tantos años de la barbarie, escucha voces de reclamo. Que no se olvide, para que no vuelva a suceder.

La música de la “Misa Criolla” del compositor argentino Ariel Ramírez (1921-2010) será interpretada en vivo por el Grupo Experimental Nuestra América, quienes con instrumentos propios del folcklore sureño y acompañados por el Coro de Cámara de la Fundación Compañía Nacional de Música, y por la solista Fabiola José, sonarán los acordes para la ejecución del trabajo dancístico.

El evento cuenta tras bastidores con la Dirección de Arte de Efrén Rojas, la Dirección de Escena de María de los Ángeles Solés y Xiomara Barrios y la Producción Ejecutiva de Williams Rivas, todos bajo la Dirección Artística de Alice Dotta. Y las entradas podrán adquirirse a precios verdaderamente irrisorios en la taquillas del teatro.

Columna publicada el 26/04/2011 en el diario "El Nuevo País"

"Vía Crucis"

Con la llegada de la semana santa asisitimos también a una manifestación teatral, cuyo origen se remonta a los primeros siglos del cristianismo: la celebración de los Vía Crucis vivientes, representaciones de marcada raigambre popular que recrean la pasión, muerte y crucifixión de Jesucristo. La devoción que los primeros cristianos profesaban por los lugares relacionados con la vida y muerte de Cristo provocó importantes peregrinaciones a Tierra Santa. Con las Cruzadas se extendió esa devoción y los cruzados empezaron a llevar a sus lugares de origen la idea de realizar algo parecido a lo que habían visto y obrado en Jerusalén.

A nosotros -como la casi totalidad de nuestras tradiciones religiosas- nos llega la costumbre con la Colonización. En nuestra era contemporánea distintas parroquias de la capital como La Pastora, 23 de enero, San Agustín del Sur, o El Junquito han llevado a sus calles interpretaciones de esos últimos acontecimientos en la vida del llamado Redentor. El de La Pastora, por ejemplo, uno de los más emblemáticos, que se celebra desde hace más de cincuenta años, parte del Camino de los Españoles, pasa por El Polvorín, Mecedores y sigue hasta la Iglesia de San Judas Tadeo.

También podemos mencionar el Via Crucis patrocinado por FUNDARTE que durante alrededor de veinticinco años (se dejó de hacer sin mayores explicaciones hace dos años, según informa uno de sus actores y directores estables) salió desde de la Plaza Bolívar. La representación constaba de unas quince estaciones entre las que destacaban los principales sucesos del martirio de Jesús: su flagelamiento y sentencia, la liberación de Barrabás, su clavado en la cruz, sus caídas sucesivas, su encuentro con La Verónica quién le limpia el rostro, el encuentro con su madre María y su hermano Juan, la intervención de José El Cirineo (llamado así pues en el relato bíblico se dice que venía de la ciudad de Cirinea) quién le ayuda a cargar la cruz, el despojo de sus ropas, su crucifixión, el episodio del terremoto, la perforación de su tórax; y culminaba ya en el Parque El Calvario con su muerte y sepultura. Y hay que decir que para el actor que personifica a Jesús, la tarea no es tan fácil, pues realmente debe cargar con una cruz de unos 110 kg. Es claro que la diversión la tienen los actores que personifican a los soldados romanos, repartiendo latigazos a diestra y siniestra, incluyendo a algún despistado espectador.

En el interior, son famosos El Nazareno de Achaguas (Edo. Apure), relacionado con nuestra Guerra de Independencia, y al general Páez, quién en pago de promesa por la victoria obtenida ante las fuerzas españolas, encomendó la construcción de la imagen hacia 1835. Los Via Crucis de Caripito, en el estado Monagas, y Tostós, en Trujillo, o el “Cristo de Bolívar” en Ciudad Bolívar son tambié relevantes por su majestuosidad, cuidado y convocatoria. ¡Teatro, lo nuestro es puro teatro!

Columna publicada el 19/04/2001 en el diario "El Nuevo País"


"Momia en el closet"

El macabro latinoaméricano, nuestra relación con el fenómeno de la muerte, esa condición de inverosimilitud que nos caracteriza tiene en la muerte de Eva Perón un botón de muestra del tamaño de un gong. Este personaje de innegable trascendencia en la historia argentina y latinoaméricana logró en vida movilizar incontables como contradictorios sentimientos, y su muerte, acaecida por un cáncer de cuello uterino a la cristiana edad de treinta y tres años (coincidencia que la empuja aún más al plano del culto), se convirtió en un eslabón adicional de esa cadenita delgada que parece separar nuestra realidad de nuestra ficción.

Su cadáver fue momificado, y puesto en capilla ardiente por casi un mes, primero en la Confederación General del Trabajo y luego en el Congreso; la procesión que seguía el féretro se extendía por más de dos kilómetros. El cuerpo permaneció luego en la CGT por más de dos años recibiendo constantes visitas y muestras de afecto. Hasta ahí, nada fuera de lo esperado para un personaje con su arrastre. Y he aquí que ocurre el golpe de estado que derroca a Perón y el nuevo gobierno encabezado por el General Aramburu ordena la desaparición del cadáver. Durante los siguientes catorce años, el cuerpo de Eva Perón realizó un periplo perverso:estuvo escondido en depósitos mlitares, rodando en furgonetas, colocado de pie en una oficina militar, llevado a Italia y enterrado con una identidad falsa en complicidad con el Vaticano, vuelto a desenterrar y llevado a Madrid. No sería sino hasta 1976, que un nuevo gobierno, nacido, como no, de un golpe de estado, devolvería los restos a la familia y finalmente depositado en un mausoleo, donde se mantienen desde entonces (por lo menos eso creemos, si es que no lo han vuelto a sacar de paseo).

Toda esta increíble situación le abrió el apetito al dramaturgo Gustavo Ott, quién realizó una exhaustiva investigación al respecto que dio como resultado “Momia en el closet”, pieza que bajo la dirección de Costa Palamides llevó a escena la gente del Teatro San Martin.

En clave de musical, la pieza se pasea por los episodios más relevantes del lúgubre juego que envolvió al cadáver de Evita, y lo traspola además a una gran metáfora del ser y quehacer latinoaméricano. Esa profanación sufrida a manos de los poltíticos, la iglesia y los militares, la sufriría (y sufre) de igual modo todo nuestro continente.

La puesta en escena, resuelta con sencillez por Palámides, hace gala de una mezcla de sátira, poesía y humor negro para exponernos sin tapujos el absurdo que nos define. Actuaciones correctas del elenco compuesto por Verónica Arellano, David Villegas, Valeria Castillo, José Gregorio Martínez, José Luis González y el propio Costa; logran mantener la atención durante las casi dos horas del espectáculo, aunque – y es un detalle a tener muy en cuenta- las recurrentes deficiencias a nivel de canto: desafinaciones, volúmenes, sincronía; atentaron despiadadamente contra la propuesta, lo que al tratarse de un musical adquiere una importancia inestimable.

Columna publicada el 12/04/2011 en el diario "El Nuevo País"

"Yocasta"

Tábula Rasa

La especie humana es la única que se mata entre sí sin que medien razones de supervivencia. En el reino animal, las luchas cruentas entre los individuos se originan en la fatal dicotomía de matar o morir; los animales se matan unos a otros para alimentar su cuerpo, el hombre, extraño ente, suele matar para alimentar su ego. El arrebato de la vida se ha vuelto un espectáculo cotidiano, morboso, masivo, entretenido a veces. La muerte a manos del semejante ha dejado de ser un escándalo, hoy es un plato diario.

Matar es una necesidad tan clara e imperiosa como venir a la vida”, es la afirmación que el dramaturgo venezolano León Febres Cordero desarrolla en su obra “Yocasta”, pieza que desde el pasado 18 de marzo y hasta el próximo 10 de abril estará en el escenario del Teatro Luis Peraza, a cargo del Taller Experimental de Teatro (TET).

Yocasta es un personaje fundamental en la mitología griega. Fue reina de Tebas y fungió como personaje esencial en la tragedia “Edipo Rey” de Sófocles. Un oráculo predijo que Edipo (hijo de Yocasta) terminaría asesinando a su padre y casándose con su madre. Para impedir el cumplimiento de la funesta profecía, el rey Layo mandó a asesinar al recién nacido, pero Yocasta no cumplió la orden de su marido y secretamente entrego el niño para que otros lo criaran. Edipo fue acogido por el rey de Corinto, quién lo tuvo como suyo propio. Al ser un adulto, en un enfrentamiento de camino, Edipo mató a su padre. Más tarde, luego de librar a la ciudad de Tebas de la amenaza de la Esfinge -demonio de terror y mala suerte- Yocasta se casó con el salvador, sin saber ninguno de los dos el lazo materno que los unía. Del incesto, nacieron Polínises y Etéocles, quienes se despedazaron el uno al otro en su lucha por hacerse con el reino de Tebas.

Febres Cordero parte de esta lucha entre los hermanos para introducirnos en un tema que se sabe sin solución: el hombre mata y seguirá matándose. El hombre lleva la muerte en el cuerpo desde el mismísimo instante en que nace. Desde los griegos hasta acá la verdad sigue siendo la misma.

La obra, escrita en febrero de 2004 se estrena por primera vez en Venezuela de la mano del TET con las interpretaciones de Areani Rondón, Oswaldo Maccio y Alí Rondón, todos bajo la dirección general de Santiago Sánchez Espinoza.

Columna publicada el 05/04/2011 en el diario "El Nuevo País"


"Día Internacional del Teatro"

Este pasado domingo, 27 de marzo, se celebró una vez más, y como se hace desde 1961, un nuevo Día Internacional del Teatro. Alrededor del orbe, los centros nacionales de teatro de cada país organizaron actividades conmemorativas, charlas, representaciones teatrales, foros, performances y demás bocados escénicos para darle otro empujoncito al gran carro de Tespis.

En un mundo con la piel todavía sangrante por los horrores de la Segunda Guerra Mundial, en el año 1948 se crea por iniciativa de la UNESCO el Instituto Internacional del Teatro (ITI) organización no gubernamental que ponía sobre la mesa la apuesta del arte escénico como agente de solidaridad y comprensión entre los países. Frente a la metralla y el humo, los teatreros del mundo ponían las tablas y el vuelo del telón. Y fue en el IX Congreso del ITI, celebrado en Viena, que un representante de Finlandia propuso la instauración de este día de celebración; la escogencia del 27 de marzo para tal fin obedece a que en esta fecha se hacía en París el “Festival Teatro de las Naciones ITI – UNESCO”, que reunía a agrupaciones de todo el orbe. Parte central de la celebración es la invitación que se le hace a una personalidad teatral a escribir y ofrecer el Mensaje del Día Mundial del Teatro, que se lee a los espectadores en todo el mundo justo antes de comenzar cualquier función de este día. El de este año le correspondió a la Dra. Jessica A. Kaahwa, de Uganda, dramaturga, directora, actriz, docente teatral, y activista humanitaria. Su mensaje no podía tener más vigencia. He aquí algunos extractos:

La celebración de hoy es un reflejo fiel del inmenso potencial que posee el teatro para movilizar comunidades y tender puentes. ¿Han pensado alguna vez que el teatro podría ser una herramienta muy poderosa para la paz y la reconciliación?”

“…el teatro es un medio probado de progreso y defensa de las ideas, que mantenemos y por las que estamos dispuestos a luchar cuando no se respetan, de forma colectiva. Es por tanto una farsa mantenerse callados en momentos como el nuestro, conociendo el poder del teatro, y permitir a los que empuñan armas y lanzan bombas ser los pacificadores de nuestro mundo. ¿Cómo pueden estas herramientas de alienación ser también instrumentos de paz y reconciliación?” Os exhorto, en este Día Mundial del Teatro, a reflexionar sobre esta posibilidad y a proponer al teatro como herramienta universal de diálogo, transformación y reforma social.”

Nada más que agregar salvo ¡Feliz Día Internacional del Teatro, a mis lectores y colegas!

Columna publicada el 29/03/2011 en el diario "El Nuevo País"

"Baraka"

Baraka”, vocablo marroquí que denota una expresión de saludo y deseos de buena suerte, es el santo y seña que cuatro amigos de la infancia escogieron como forma particular de saludarse. Estos amigos se han hecho adultos y cada una de sus vidas han tomado rumbos disímiles. Luego de muchos años, y con la llegada inevitable de la madurez, en retrospectiva quedan en evidencia también las esperanzas y las desilusiones.

Baraka” es una de las obras más importantes del teatro holandés moderno y su autora, María Goos, una de las figuras más resaltantes de las tablas neerlandesas. Escrita originalmente en el 2002, este texto, cargado de humor y reflexión, se pasea por la amistad que une a Pedro, Juan, Tom y Martín, poniendo sobre el tapete una visión de la condición masculina: sus valores, sus agridulces contradicciones, y su incesante búsqueda del reconocimiento, del dinero, del poder. Su versión inglesa fue estrenada en el 2004 en el Teatro Old Vic de Londres, dirigida nada menos que por Kevin Spacey. Bajo la dirección de Héctor Manrique, el Grupo Actoral 80 la estrena por primera vez en nuestro país, en su versión en español, y la sube al escenario del Teatro Trasnocho.

Pedro es un homosexual solitario que no ha logrado cuajar esa relación estable que le complete. Es también un funcionario público en el área cultural de una alcaldía. Ahora mismo, enfrenta una acusación por malversación de bienes públicos. El abogado que lleva su caso, Tom, acaba de rehabilitarse por su adicción a la cocaína y las secuelas de los muchos años de autodestrucción son física y mentalmente evidentes. Ayuda también en el caso con sus influencias políticas, Juan, economista que espera en pocos días su nombramiento como flamante ministro de Relaciones Exteriores, felicidad que contrasta con su maltrecha vida familiar. Completa el cuarteto, Martín, famoso director de teatro, pero cuyas obras, en el entender de sus amigos, son somníferas y de mal gusto.

La puesta en escena deja todo el peso de la pieza en el trabajo actoral de Javier Vidal (Pedro), Carlos Cruz (Juan), Iván Tamayo (Tom) y el propio Manrique (Martin), quienes en un espacio escenográfico inamovible, resuelven las escenas con fortaleza, desparpajo y buena química. El buen manejo del humor, no solapa la carga reflexiva que el texto deja colar. En definitiva, un montaje solvente y recomendable.

Columna publicada el 21/03/2011 en el diario "El Nuevo País"

"La Muerte y la Doncella"

En un ficticio país del tercer mundo se impone una férrea dictadura. Como en todas, la represión, el desprecio a los derechos humanos, la persecución, y la estigmatización forman parte del ejercicio del poder con una cotidianidad pasmosa. En una celda oscura y maloliente (¿puede haberlas acaso con otras características?) Paulina Escobar es torturada con crueldad, pero aún así su temple es lo suficientemente capaz de no delatar a Gerardo,su novio, editor de un periódico clandestino de fuerte oposición al régimen. Con el tiempo, el gobierno cae, y la democracia comienza su andar con paso tímido pero firme en el período de transición. Paulina y Gerardo, ya casados buscan abrirse a la vida en este país que ansía reconstruirse. Gerardo se ha convertido en un prominente abogado que encabeza una comisión investigadora de las antiguas violaciones a los derechos humanos. Una noche, por esas zancadillas del destino, en un accidente conoce al Dr. Miranda, quien lo auxilia y le lleva a casa. Una vez allí Paulina cree reconocer en la voz del visitante, el sonido de su torturador. Por haber estado vendada, la única conexión que tuvo con su agresor fue auditiva: entre los golpes y vejaciones, se erigía la voz de aquel salvaje y la melodía de “La muerte y la doncella” de Schubert, que el esbirro colocaba de fondo musical para sus atrocidades.
El título de la pieza del compositor austríaco, identifica también a una de las obras latinoamericanas más representadas en los últimos tiempos. Original del dramaturgo chileno Ariel Dorfmann, esta pieza ganadora de numerosos premios a nivel internacional, es una denuncia frontal de la tortura y una reflexión necesaria sobre la condición humana, que llega a la sala del Espacio Plural del Trasnocho, bajo la dirección de Moisés Guevara.
Estos personajes, interpretados por Antonio Delli, Claudia Nieto y Gonzalo Velutini, hilan un triángulo de conflicto en el que se ponen a prueba sus propias convicciones. Paulina, no quiere otra cosa que la venganza, aunque en su afán por lograrla pueda llegar a convertirse en aquello que odia profundamente. Gerardo, con nuevas responsabilidades, y ante el temor de lo mucho que puede perder en su nuevo status desconfía de la cordura de su mujer. Y el Dr. Miranda, sentado ahora en el banquillo de la víctima, deberá apelar a la humanidad de su agresor para salvarse.
En esta pequeña casa vive todo un país. Quizá un todo un continente. Los conceptos de justicia y deber, se acomodan a conveniencia. Siempre hay argumentos aparentemente sólidos para el oprobio. ¿Venganza o justicia? ¿Borrón y cuenta nueva? ¿Olvido? ¿Memoria?

La obra publicada originalmente en 1991, fue llevada al cine en 1994 nada más y nada menos que por Román Polansky y protagonizada por Sigourney Weaver, Ben Kingsley y Stuart Wilson. Acá en el Trasnocho estará en cartelera hasta el 03 de abril.

Columna publicada el 14/03/2011 en el diario "El Nuevo País"

"Mi vida por un sueño"

Poesía y teatro, si es que acaso uno y otro no son en esencia lo mismo, se conjugan en el escenario para desnudar el alma de uno de los escritores venezolanos de mayor trascendencia en nuestra historia literaria: José Antonio Ramos Sucre. Este descendiente del Gran Mariscal de Ayacucho cargó sobre sus hombros el peso de un linaje que le imponía cubrir las expectativas que la historia patria le inoculaba desde la placenta, lo que para un niño que sólo quería jugar se convertía en una especie de pequeño infierno. De adulto, un desorden nervioso le lleva a sufrir de prolongados y dolorosos períodos de insomnio. Era común verlo deambular por las calles de su ciudad como un fantasma silencioso en las madrugadas. Su poesía resultaba avanzada para su tiempo, fue uno de los primeros venezolanos en escribir poesía en prosa. Sus escritos no podían enmarcarse dentro de una corriente específica. Hoy quizá resistan el encasillamiento de “vanguardista”. Su pensamiento percibía el entorno intelectual venezolano de su época como mediocre y conformista. Estando en Ginebra, pocos días después de cumplir cuarenta años, se suicida son una sobredosis de Veronal. Muchas décadas después su trabajo obtendría el reconocimiento que en vida no supo comprender la camada erudita de su tiempo.

Un tocayo, José Antonio Barrios, explora en “Mi vida por un sueño” el lado humano del poeta y presenta una obra de marcado lirismo imbuida de los tormentos y vivencias del cumanés. A su vez, el director Costa Palamides, toma esta pieza ganadora del Premio Único del I Concurso de Dramaturgia Breve Gilberto Pinto 2008, y le da vida con una puesta en escena de marcado carácter ritual acercando al espectador al universo de Ramos Sucre desde una superposición de planos. Con una disposición de espacio bifrontal, Palamides se hace de lo onírico, lo real, y lo espiritual para “desvestir la doble mirada del autor-actor en un reino de pesadillas fantasmales”. Cantos orientales venezolanos se funden imperceptiblemente con rasgos propios de la liturgia medieval y bizantina. Coro y Corifeo, espíritus de antepasados, metáforas hechas personaje transitan en esta producción del grupo Rajatabla que se mantendrá en su sala hasta el próximo 27 de marzo en el marco de la II Muestra de Dramaturgia Nacional y siguiendo la celebración de sus cuarenta años. ¡Que las velitas continúen encendidas!

Columna publicada en 07/03/2011 el diario "El Nuevo País"