Con
cierto guiño al teatro callejero, aglutina en el escenario una troupé de
actores y músicos, que desde el inicio suben los decibeles.
Rosaura
es joven, hermosa, desenfadada; pero además es viuda y, como tal, heredera de una buena fortuna. De ahí, que no
le falten pretendientes, cuatro para ser exactos, todos representantes de las
principales noblezas europeas. Para decidir quién es el mejor partido para desposarse urde un plan, en compañía de su
criada Marionette, que, como el género lo exige, da lugar a una cadena de
enredos y confusiones risibles. Es “La Viuda Astuta”, comedia clásica del
dramaturgo Carlo Goldoni, y que estrenó el pasado viernes 10 de mayo, en la
sala 1 del CELARG, de la mano del Grupo Séptimo Piso bajo la dirección de Dairo
Piñeres.
Esta
pieza, estrenada en 1748, fue el punto de partida para las reformas que el
autor quería imprimirle a la escena veneciana del siglo XVIII, y que a la
postre le convirtieron en el padre de la comedia italiana moderna. Fuertemente
influenciado por el comediante francés Móliere, Goldoni apostaba por valorar la
estructura literaria y la comedia de “carácter”, por encima de la improvisación
y el “enredo” propios de la Comedia dell´Arte. Sus personajes, aunque burlescos
tienden al realismo, la máscara desaparece, y los vicios sociales quedan
expuestos. Como en esta pieza, por ejemplo, en la que los pretendientes: un español, un
italiano, un francés y un inglés; encarnan en sí mismos las máculas de sus
respectivas nacionalidades.
Piñeres
asume que la obra sigue vigente y es reflejo también de la sociedad actual, por
lo que no extraña que en el planteamiento estético conjugue elementos del siglo
XVIII y el XXI, inclinación además recurrente cuando ha asumido un texto
clásico. La escenografía presenta tres grandes telones con sendas caricaturas; y
tres mesas que al cambiar de posición, trasladan la acción a los distintos
espacios: la calle, la posada, la casa principal. Con cierto guiño al teatro
callejero, aglutina en el escenario una troupé de actores y músicos, que desde
el inicio suben los decibeles. La puesta refleja el curtido manejo que tiene de
la comedia.
En general, el elenco
resiste los personajes, más con oficio que con creatividad. Resalta por superlativa
la interpretación de Moisés Berr como Arlequín, quién muestra un personaje
fresco, apoderado del escenario y que sin recurrir a exageraciones, transmite
una comicidad natural y dosificada. Carlos Díaz, como Don Álvaro de Castilla,
también logra desprenderse con una acertada versión del noble español. Ysabel Nieto
como la viuda, se recuesta en una vacua hipergestualidad que se mantiene sin
matices. Les acompañan Patricia Romero, Reinaldo
Navas, Arquímedes González, Royer García, Daniel Torres, Juan Pablo García,
Melissa Inojosa, y Michael Vegas.
Columna publicada el 14/05/2013 en el diario El Nuevo País.
no sirvio V:
ResponderEliminar