¿Quiénes somos realmente debajo de esa máscara con la que nos vestimos para salir todos los días? En el trabajo, en las relaciones, en las aulas, nos vendemos bajo un manto ficticio. La mentira es nuestra forma de relacionarnos con el otro. Somos hipócritas. Admitámoslo. Y vaya paradoja, el que no lo hagamos, nos confirma irrefutablemente que lo somos. Como Flop y Track, entrañables amigos, amadísimos compañeros de la vida, para quienes cualquier cosa más allá de su amistad pura y desinteresada no tiene validez. Hasta que se enamoran de la misma mujer y en cada abrazo empieza a esconderse una puñalada. Pero este par no es más que el reflejo diminuto de toda una sociedad. Así lo expone el dramaturgo venezolano Paul Wiliams en su “Coloquio de hipócritas” que la gente de Imaginartes en co-producción con Arteatral Cut (provenientes de Querétaro, México) trajo como propuesta para participar en el Festival de Teatro de Autor, FESTEA 2011 en una única función el pasado 07 de agosto. El espacio: una cámara blanca cuyos laterales por momentos servían de pantalla para juegos con sombra. Del techo colgaban paraguas invertidos que cambiaban de color a gusto de la iluminación. Al fondo, móviles simulando una lluvia irreal. Como elementos escenográficos, tan solo un par de taburetes altos. Servido el escenario, los intérpretes se adueñaron de éste con una propuesta actoral eminentemente física en la que el constante movimiento del cuerpo y el juego con la voz iban desenrollando el texto, para ser descubierto paulatinamente, como si de un pergamino se tratara.
Apegada al carácter absurdo del texto, la puesta en escena co-dirigida y actuada por Rodrigo Canchola y Sotero Castrejón, mostró un trabajo distanciado, de visual poco realista, que como especie de subterfugio alejaba al público de la identificación inmediata, pero que en paralelo iba arrojando en su cara la cruda imagen de lo que somos: seres con miedo a decir, a hacer, a pensar. Las risas del público, a veces nerviosas, evidenciaron que las frases de éstos dos seres ridículos, ampulosos, habían, en algún momento de nuestras vidas, sido propias. Una propuesta contundente que se colmó con el aplauso agradecido. Aplauso que se hace extensivo a los organizadores del FESTEA que año tras año se niega a morir, superando los crecientes obstáculos que se les interponen. ¡Entre estos mucha hipocresía!
Columna publicada el 16/08/2011 en el diario El Nuevo País