No hace falta el estruendo de la fanfarria. No hace falta la escenografía avasallante. No hace falta siquiera la palabra. En el reino del silencio el arte del actor se yergue y se hace tabla viva, teatro simple, crudo. Cuerpo y oficio por estrategia y un par de narices rojas como artilugio. Así, sencillo y contundente, el payaso nos devuelve la mueca de la vida trasmutada en sonrisa. He aquí la propuesta y argumento de “Paglia”, trabajo que desde Mérida nos trajo la agrupación Dramart, quienes desde el 19 al 23 pasados recibieron los aplausos del público en la Sala Horacio Peterson de la UNEARTE (antiguo Ateneo).
Dramart tiene ya varios años explorando nuevos temas y expresiones en trabajos como “Los 7 pecados”, “La alineación de los planetas” y “Leonce y Lena”. Esta vez apuestan por las técnicas del “clown” (payaso) para ofrecernos un encuentro con nosotros mismos (y acaso con nuestra infancia embaulada) a través de Elyo y Buba “protagonistas enmascarados que se presentan en diversas formas camaleónicas, burlándose de la tragedia del homo sapiens, sapiens, más sapiens…”.
La dirección general corre a cargo de Gabriel Torres Morandi, director invitado, venido del también merideño grupo Andróginos, quién establece una puesta en escena en la que prevalece un cuidado trabajo actoral que hace de la exigente técnica del clown un bocado que se degusta sin problemas, más aún, con desparpajo. Salvador Villegas y Leonidas Urbina interpretan sin fisuras a los dos compañeros que develan los quehaceres de su espectáculo diario a un público que ríe y comprende el punto en el que, como en el poema del gran Garrick del mexicano Juan de Dios Peza, risa y llanto pueden confundirse.
Completan el circo Yeraldine Arango en la realización del vestuario, Carlos Burgos en las asistencia de dirección, la fotografía de Amilcar Gualdrón; y la producción general de Irina Dendiouk, quién comparte además con el director los créditos en el diseño de escenografía y vestuario.
Para destacar, la buena afluencia del público durante los días de las presentaciones, en esta y las otras salas del complejo, producto del esfuerzo que las autoridades de la UNEARTE están desplegando para que la transición desde el antiguo Ateneo sea menos traumática; lo que tiene que augurar un positivo y necesario futuro en esta coyuntura. No se pueden seguir perdiendo espacios.