domingo, 20 de abril de 2014

"La máxima felicidad"



Este trío, en su ensayo de un nuevo modelo de familia debe enfrentar sus conflictos cotidianos poniendo a prueba sus nociones del compromiso y el amor.


Al crecer desechamos la familia heredada para escoger una nueva familia. Tal planteamiento es recurrente en la dramaturgia del venerado Isaac Chocrón (1933-2011) hombre fundamental en la historia del teatro contemporáneo venezolano. Una de sus piezas baluarte en esta idea es, sin dudas, La máxima felicidad, estrenada en 1974 y, que para este III Festival de Teatro de Caracas 2014, subió al escenario de la Sala Doris Wells (Casa del Artista) los días 19 y 20 de abril,  en propuesta del colectivo  Proyectos en Ebullición, bajo la dirección de Nelson Lehmann y con las actuaciones de Mayte Parias, Jornell Ariza y Gonzalo Cubero. 

La familia propuesta en este texto es atípica. En un “lindo experimento”, dos hombres y una mujer unen sus vidas para alcanzar la anhelada felicidad emocional: Pablo, de mediana edad, culto, impositivo; Perla, ama de casa entregada; y  Leo, el más joven, desprevenido y rebelde. Las diferencias de interés, la búsqueda personal -no exenta de egoísmo-  de cada uno de los tres, añaden a la relación las tensiones evidentes que refuerzan aquello de que “las relaciones son difíciles”. Este trío, en su ensayo de un nuevo modelo de familia debe enfrentar sus conflictos cotidianos poniendo a prueba sus nociones del compromiso y el amor. Un inesperado embarazo viene a romper el pretendido equilibrio numérico y añade nuevas perspectivas y retos. 

La propuesta, de tono naturalista, descansa en el trabajo actoral. Gonzalo Cubero  impulsa con su sapiencia histriónica el personaje de Pablo. Con entereza muestra su intención de erigirse en pivote y su insistencia en racionalizarlo todo. Mayte Parias muestra a una Perla por momentos inerte, llevada por los dictados del día a día, habituada a una zona de confort, solo resquebrajada por su embarazo inesperado y su consiguiente necesidad de justificación: “fue un error, no una trampa”, replica. Leo, en piel y voz de Jornell Ariza muestra su inconformidad esencial,  la rebeldía innata de la juventud, la necesidad reiterada de confrontar, subvertir. Las acciones se desarrollan con la familiaridad  que brinda un espacio escénico íntimo, recreación de un apartamento sin divisiones físicas, pero en el que cada personaje tiene marcado su propio espacio personal. La correcta iluminación de Gerónimo Reyes marca con sutileza las distintas ambientaciones y brinda atmósferas cálidas para una representación que acertadamente interpreta los caminos del autor, y brinda un espectáculo reflectante. El festival sigue dando muestras de  qué está hecho nuestro teatro.

Especial para el diario CiudadCCS, en el marco del III Festival de Teatro de Caracas 2014.


1 comentario:

  1. Muy buen tema en estos tiempos ♡♡♡ Tremendos actores♡♡♡ Felicidades♡♡♡

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