domingo, 20 de abril de 2014

"Saverio, el cruel"



Realidad y ficción se entrelazan en una puesta que resalta la enajenación a la que conduce el poder.

Un simple vendedor de manteca, un hombre que “físicamente, es un derrotado. Corbata torcida, camisa rojiza, expresión de perro que busca simpatía”, es víctima de una broma que termina en tragedia. Saverio es su nombre, y a través de ese personaje el dramaturgo argentino Roberto Arlt  (1900-1942) reflexiona sobre la falsedad de las relaciones humanas, lo vacuo de sus ilusiones, y lo inescrupulosa que resulta nuestra especie en su ambición de poder. “Saverio, el cruel”, estrenada en 1936, cuenta cómo un grupo de jóvenes de clase alta, con el objeto de divertirse, le hacen una jugarreta al pusilánime mantequero: Susana se hace pasar por loca, creyéndose una reina destronada por un inicuo Coronel. Para curarla, un falso doctor -rol asumido por un primo de Susana- propone recrear el mundo ficticio de la orate y convencen a Saverio para que asuma el papel del militar golpista. A la larga, la farsa desata demonios difíciles de contener. El vendedor se toma muy a pecho su papel de tirano, y de una nada deseable caja de pandora se escapan terribles conclusiones que flirtean con la locura. 

Esta pieza, emparentada con el esperpento, fue la elegida por la recién nacida agrupación Deus Ex Machina como su primer montaje, y si se quiere, como manifiesto de sus preocupaciones artísticas y ciudadanas. Su apuesta, es por un teatro de contenido, textos alejados de la tan ahora abundante estulticia. Realidad y ficción se entrelazan en una puesta que resalta la enajenación a la que conduce el poder, y que entre la farsa y el drama, el humor y la tragedia; propone una reflexión social y política que resulta vigente ex profeso. Y no sólo expone la recurrente figura del absolutista latinoamericano, sino que también evidencia la responsabilidad de las élites que por beneficio propio lo sentaron en el trono. Una vez que se le suelta la cadena, no se puede controlar al perro rabioso. 

 La representación de Saverio, en piel y voz de Elvis Chaveinte, resulta clara y contundente. El actor toma el personaje y en su transformación gradual lo entrega digerido, con aristas bien delineadas y una organicidad que mantiene la atención. Rossana Hernández, Abilio Torres, Abel García, Jenifer Urriola, Sahara Álvarez, Idanis Infante y Maria Fernanda Esparza, completan el comprometido elenco conducidos por Gabriel Agüero, que hace su debut como director. Luego de su temporada de estreno el pasado mes de julio en la Caja de Fósforos, la propuesta realiza una segunda temporada en el Teatro Luis Peraza hasta el próximo 02 de diciembre. “¡Se toma el poder por quince días  y se queda uno veinte años”!

Columna publicada el  26/11/2013 en el diario El Nuevo País.

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