domingo, 27 de julio de 2014

"Bingo"


La décimo octava pieza teatral de Chalbaud transcurre en una Nueva York gélida que contrasta con la calentura que rezuma de los poros de los asilados.




A un asilo de ancianos neoyorkino llega el venezolano Andy Ramirez, y con su arribo desentraña lo que las paredes silencian. “Bingo” es el nombre de la más reciente obra del Román Chalbaud y que bajo la dirección de Costa Palamides, en una co-producción de Teatro del Duende y el Centro Nacional de Teatro,  tuvo su estreno mundial en el recién finalizado III Festival de Teatro de Caracas. Ahora, en la sala 1 del CELARG, ofrece su primera temporada hasta el próximo 25 de mayo para  disfrute de la tercera, segunda,  primera y cualquier edad.

Treinta años tardaron estos personajes en llegar a la vida. A principios de los 80, Chalbaud se va a vivir a  la Gran Manzana y en su periplo conoce a un argentino regente de un asilo para ancianos. Éste le contaba al atento dramaturgo cómo entre los residentes se armaban escarceos amorosos detrás de cortinas. Al mismo tiempo, Román conoció a un venezolano amante de la ópera que lo llevó a conocer el Metropolitan Opera House. Uniendo ambas realidades, urdió una ficción que llegó hasta la página 15, y se engavetó caprichosa. Tuvieron que pasar tres décadas para que los personajes se decidieran a hablarle. En 2011, revisando viejos manuscritos descubre el borrador amarillento y en sólo quince días la trama estaba finalizada. Así son los personajes, aun más ininteligibles que los autores.

La décimo octava pieza teatral de Chalbaud transcurre en una Nueva York gélida que contrasta con la calentura que rezuma de los poros de los asilados. Una escenografía de elementos cúbicos y paredes de tul blanco evoca la sensación de encierro pero también trasluce las emociones, el recuerdo, las sensaciones, las aventuras sexuales puertas adentro. La vejez se niega a desprenderse de sus pulsiones de vida, aunque las de muerte estén mucho más cercanas, tan cercanas cómo el cadáver que reposa en una de las habitaciones sin que ningún allegado venga a reclamarlo, ni los de la  morgue a buscarlo. 

Andy (Ludwig Pineda) llega a este asilo para convertirse en el cantador del bingo- su pasado operático le da las credenciales para el puesto- y allí conocerá a Patty (Francis Rueda) una femme fatale de más de setenta años; a la Sra. Dusseldorf (Aura Rivas) quién desde su silla de ruedas puja por refocilarse; al administrador gerontofílico del asilo (Vito Lonardo); y a una enfermera güapachosa (Gladys Prince); personajes todos que a buen resguardo en las probadas interpretaciones del elenco, brindan una  comedia luctuosa que rinde homenaje a la vida.  



Columna publicada el 14/05/2014 en el diario El Nuevo País

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