Y bueno, el año dio sus últimas pancadas de ahogado dejando atrás una estela de acontecimientos tanto agrios como venturosos sobre el escenario. Como en los últimos tiempos el teatro ha recorrido una vez más un camino de desafíos y bondades que a la larga se espera sirva para fortalecerlo y seguir en esta carrera que no es de velocidad sino de resistencia.
El año recién fenecido nos dejó la apertura de un nuevo punto para el arte escénico, la sala Teatrex, que con una variada programación artística durante los siete días de la semana apuesta por el nada sencillo negocio del teatro. Sabemos de algunas dificultades que en su corta vida ya afronta pero, vamos, hay que seguir empujando esa piedra ladera arriba.
El cese del comodato que asentaba como sede del Ateneo de Caracas el edificio de Plaza Morelos durante casi ochenta años, tuvo innegable resonancia en el medio artístico. Aplausos de un lado y abucheos del otro reflejaron la polaridad irracional reinante desde hace tiempo,y que ha alcanzado al parecer, todos los espacios de nuestra vida social. Igual blanco y negro pintó la instalación de la UNEARTES en el susodicho edificio. Este proyecto académico (que, la verdad sea dicha, tenía muchos años gestándose) arrancó con los bríos propios del primer envión y presentó una programación teatral y artística variada. Hacemos votos porque la ideologización mezquina del arte se mantenga puertas afuera de estas salas.
Hacia los meses finales del año, una noticia para nada alentadora cobraba centimetraje en los predios teatrales:la remoción de los recursos del convenio de cooperación cultural a varias agrupaciones, de amplia trayectoria, por razones a todas luces ideológicas y políticas, dejando muy mal parado al pseudocomité evaluador que asigna esos recursos desde el IAEM. A mi parecer, la polaridad, una vez más, impidió una reacción contundente del medio artístico en bloque ante una situación que sin importar el color del cristal con que se mire, es inaceptable.
Pese a todo, pudimos ser testigos de como día a día tanto las agrupaciones emergentes como las ya establecidas hacen valerosos esfuerzos por crear un teatro digno y de calidad. Por supuesto, como en todo, algunos se acercan y otros merecen la rechifla; pero el teatro sigue ahí, zanqueando. La construcción y captación de un público que acuda a las salas de teatro consecuentemente a presenciar un arte reflexivo y no sólo monólogos evasivos sigue siendo una materia a reparar. ¡Feliz año!
"Quienquiera que condene el teatro es un enemigo de su país." Voltaire.
Columna publicada el 05/01/2010 en el diario "El Nuevo País"
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