La importancia de Rodolfo Santana en nuestra dramaturgia contemporánea es innegable. Su amplia trayectoria se inicia en nuestros convulsionados años 60 en el popular sector de Petare, y se cuenta que literalmente, una lluvia de piedras y tomates (por cierto, nunca dejará de intrigarme de dónde demonios consigue la gente tomates en una obra de teatro) le harían reflexionar sobre el rumbo que debía seguir su trabajo. A la propuesta de presentar en una zona popular cercana a lo que hoy es La Urbina un entremés de Cervantes, con vestuario, lenguaje y modales del siglo de oro español, el público, que por supuesto no entendía lo que estaba pasando en escena, cambió los aplausos por peñonas y legumbres. Desde ahí, Santana entendió la necesidad de un teatro cercano a las necesidades sociales y eso es lo que nos ha legado.
El teatro de Santana se plantea la necesidad de la justicia social, sus personajes se enfrentan a las contradicciones impuestas por las sociedades que les rodean y luchan por liberarse de ese yugo. ¿Ideología? Toda la que pueda. Sufrió en carne viva la persecución lanzada contra los comunistas por aquellos años y eso influyó en su compromiso por la lucha social y en su propia radicalización.
Ironía, violencia y cotidianidad son elementos comunes que traslucen en piezas como “El animador”, “Encuentro en el parque peligroso”, “Mirando al tendido” o “La empresa persona un momento de locura”, títulos que la gente de Teatro Mantí ha reunido en el ciclo “Santana en cuatro tiempos” que todos los martes y miercoles a las 08:00 pm hasta el próximo 30 de junio se presenta en la Sala Experimental del CELARG, bajo la dirección de José Gregorio Cabello.
En “El animador” un joven secuestra al presidente de un canal de televisión para que le haga un programa a su medida. Ana y Pedro coinciden en un “Encuentro en el parque peligroso” al que acuden en busca de su pasado, excluidos por su presente. En “Mirando el tendido” toro y torero se enfrentan en una metáfora que habla de oprimidos y opresores; mientras que en “La empresa perdona un momento de locura” conoceremos a Orlando Muñoz, obrero metalúrgico que ha trabajado toda su vida en la misma empresa y enloquece luego de presenciar un terrible accidente laboral.
Cuatro piezas, escritas por Santana en cuatro épocas distintas pero con un sustrato común: la revisión, la denuncia, la reflexión.
Columna publicada en el diario "El Nuevo País" el 14/06/2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario