viernes, 9 de octubre de 2009

"Baldíos, los nervios del relámpago"

Música, poesía, video y teatro se conjugan en una revisión escénica, llena de verde y llanura, a la palabra del poeta Carlos San Diego con la puesta en escena de “Baldíos, los nervios del relámpago”, una co-producción de la agrupación anzoatiguense Teatro 3 y la Compañía Nacional de Teatro, en el marco del Proyecto “Teatro para todos los venezolanos”, que desde la CNT busca brindar apoyo a las producciones teatrales en los distintos estados del país, al tiempo que se esfuerza por acercar a los ciudadanos al disfrute de los montajes resultantes.

Luego de su estreno y varias presentaciones por el estado Anzoátegui, “Baldíos, los nervios del relámpago” tomó el autobús rumbo a Caracas para estacionarse en la Sala de Conciertos de la UNEARTE, desde el 25 de septiembre hasta el pasado domingo 04 de octubre, tiempo en el que pudimos apreciar este trabajo que viene a mostrar parte del teatro que se está haciendo en el interior del país.

A partir del poemario homónimo de Carlos San Diego, el director del montaje Miguel Flores, construye una especie de documental sobre el autor nacido en la población de San Diego de Cabrutica, tocando aspectos de su vida como el accidente laboral que le cercenó parte de la mano derecha frustrando su anhelo de ser boxeador lo que, en cierto modo, le llevó a profundizar en la escritura; y a su extenso quehacer literario y cultural que le ha valido el reconocimiento regional y nacional. La puesta en escena alterna la proyección de videos que muestran escenas y paisajes de la cotidianidad llanera intercalados con entrevistas al poeta, con la declamación de fragmentos del poemario en voz de los actores Alejandro Heli Farías, Perla Did –Abboud, Vicente Pereda y Alexis Farías; flanqueados por los acordes joroperos de los músicos William Gracia (director musical), Nelson Navarro y Wilmer García.

La visión eminentemente poética de la propuesta se deja traslucir en las intenciones actorales y plásticas, aunque teatralmente adolece de los matices necesarios para evitar la linealidad en el ritmo. El montaje rescata el espíritu imbuido en el poemario con el que se reivindica el cosmos llanero. La sequía, los aguaceros, la cabalgadura, los impresionantes crepúsculos e incluso la iniciación sexual de los chicos, burras o yeguas de por medio, adquieren otra dimensión en la poética de Carlos San Diego y son trasmutados en escena para hacerles crónica de nuestra memoria y presente. ¡´Na ta güena, cará!

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