jueves, 7 de noviembre de 2013

"Más allá de la terapia"








En un café se encuentran Prudencia y Alfredo. Es una cita a ciegas, él publicó un anuncio romántico y ella acude. Ambos buscan una salvación.

 
 
 
 
El ácido sentido del humor del dramaturgo norteamericano Christopher Durang, conocido en nuestros predios por el “El Matrimonio de Bette y Boo”, vuelve a subirse a los escenarios criollos con la puesta de “Más allá de la terapia”, bajo la dirección general de Luigi Scimanna.
 
La obra, cuya temporada en el teatro San Fe se extenderá hasta el próximo 10 de noviembre es una neurótica visión, plasmada en tono de absurdo, acerca de las relaciones de pareja, la insatisfacción personal, la soledad más profunda, esa que nos impide estar incluso con nosotros mismos. Cinco personajes cuyo caos emocional es una sátira genérica, se mueven en una comedia de humor negro, cruel en ocasiones, absurdo e intempestivo.
 
En un café se encuentran Prudencia y Alfredo. Es una cita a ciegas, él publicó un anuncio romántico y ella acude. Ambos buscan una salvación, y ambos acuden a terapia. En la búsqueda de su propia identidad, en el intento por apartarse de aprendizajes dañinos, de miedos inoculados; acuden cada uno por su lado a consulta, dejando su salud emocional en manos de dos terapeutas aún más desequilibrados. El resultado es un cruce de historias e histerias que provoca la risa catártica y reflexiva.
 
Stuart Bracamonte, eyaculador precoz, inseguro y dependiente, es el terapeuta de Prudencia, con quién además mantuvo un romance (al igual que con el resto de sus pacientes). La Dra. Wallace, una terapeuta que confunde las palabras, y ladra de vez en cuando, atiende al Alfredo. A la terna, se le suma, Bob, la pareja de Alfredo. Sí, Alfredo es homosexual pero quiere casarse con Prudencia. Dicho esto, las situaciones se precipitan.
 
La puesta en escena de Sciamanna refleja en las acciones y propuesta la neurosis propia del texto. Se decanta por el trabajo del actor, y ofrece el escenario para que los personajes se desenvuelvan a sus anchas. Logra imbuir el absurdo de una dosis de cercanía que permite un entendimiento inmediato.
 
Andrea Miartus, Sheila Monterola, Salomón Adames, Paul Gámez y Jean Carlos Rodríguez conforman un elenco compacto, que logra establecer -entre sí- con agudeza, las relaciones y comunicaciones pertinentes. Para la consulta acudir los sábados a las 08 de la noche y los domingos a las 07. “¡Todos estamos locos y todos estamos solos!” .
 
Columna publicada el 22/10/2013 en el diario El Nuevo País

"Anagnórisis"

Como un juego, lo definen la dupla de directores y así va saltando la propuesta en tiempo y espacio. Sorprendiendo con lo que ha de venir, poniendo en escena distintos géneros teatrales.

Y una vez que el personaje descubre -bien al final de su viaje o mientras lo transita- que no es quién creía ser, ocurre que cambia su destino, se acomoda a la realidad recién revelada, y esos descubrimientos, frecuentemente asociados a la tragedia, son devastadores. Aristóteles en su “Poética” le llamó anagnórisis, y no es más que el reconocimiento que el personaje hace de sí mismo, la revelación de datos sobre su origen, su identidad, su familia, ocultos para él hasta un momento de la historia. Como Edipo, quién descubre a la postre, que el hombre al que asesinó era su padre, y que su esposa, es en realidad su madre.
 
Es precisamente la historia de Edipo la que abre al espectador la serie de variados reconocimientos que presenciará en “Anagnórisis”, pieza que el Taller Nacional Juvenil de Venezuela, estrenó el pasado 09 de octubre en la sala Horacio Peterson de UNEARTES, bajo la dirección conjunta de Theylor Plaza y Héctor Becerra. La obra, fiel al concepto de su surgimiento, es en sí misma un personaje que cambia y se revela. Inicia con un performance de marcada búsqueda experimental: personajes enmascarados de distorsionada figura y carentes de voz propia, se pronuncian sobre la condena de no saberse, de no conocerse a sí mismos y por ende, la imposibilidad de no saber quiénes son los demás.
 
Luego en el monólogo “Mi nombre es…” dos mujeres en un mismo cuerpo, dos personajes en una misma intérprete, descubren la diferencia entre una que sabe quién es y otra que cree saberlo. Ambas vidas se bifurcan, si la primera es curtida, la segunda es ridículamente frágil.
 
La tercera parte de “Anagnórisis” salta a la comedia franca y con “In-sólitos” desarrolla cuatro historias, con un hilo común. Un hijo revela ante su familia quién quiere ser realmente. Cuatro familias, en cuatro tiempos distintos, los años 50, 70, 90 y en la actualidad. Como un juego, lo definen la dupla de directores –profesor y alumno- y así va saltando la propuesta en tiempo y espacio. Sorprendiendo con lo que ha de venir, poniendo en escena distintos géneros teatrales, que aunque inconexos, vistos en conjunto conforman un discurso coherente, apegado a su intención reflexiva.
 
Luis González, Milfred Miralles, Noelia Rojas y Theylor Plaza conforman el elenco de esta pieza cuya temporada se extenderá hasta el próximo 20 de octubre, miércoles a sábado a las 7:00 pm y los domingos a las 6:00 pm. ¡Reconocerse puede ser que duela, pero libera!
 
Columna publicada el 15/10/2013 en el diario El Nuevo País

"El Soldadito de Plomo"

 
 
En una resolución que recuerda al Jonás bíblico o al desventurado Pinocho, el soldadito encuentra la salvación en el estómago de un pez.
 
 
 
 
Basada en el célebre cuento del danés Hans Christian Andersen, llega a la sala experimental del Teatro Santa Fe, en una versión libre de Armando Castany, “El soldadito de plomo”, obra infantil bajo la dirección general de Dairo Piñeres.
 
Leonardo Pinto y Carlos Torres, antiguos compañeros que a mediados de los noventa iniciaron sus andadas sobre las tablas del grupo TeatroUCAB, hoy al frente de C&T Producciones, asumieron el impulso de darle vida al tradicional personaje cuya historia de amor es también una defensa a la tolerancia, la amistad, la superación, y el romance.
 
A un viejo orfebre -relata el cuento publicado originalmente en 1838- no le alcanza el plomo fundido para terminar de hacer el pequeño juguete, por lo que éste queda con una sola pierna, aunque tal desperfecto no le impedirá convertirse en regalo de cumpleaños de un niño. Al caer la noche, el soldadito cobra vida y en compañía de una rana de plástico, un oso de peluche obsesionado con acumular botones, una reina de corazones, una muñeca, y demás compañeros del estante de juguetes, inicia un viaje que le llevará a conocer ambas caras, la amable y la hostil, del mundo. En el ínterin, como es de esperarse en todo buen cuento de hadas, se enamora, y debe enfrentarse al malévolo Arlequín para defender su amor correspondido por la bailarina del castillo de papel. Una trama propia de la melancolía de Andersen, con un final si se quiere trágico, pero feliz, esperanzador.
 
Música original, diálogos aleccionadores, coreografías recurrentes, vestuario alegre y bien concebido, conforman una puesta en escena resuelta con lo justo. Sobre el escenario, dispuesto en posición bifrontal, el soldadito va cruzándose con los distintos personajes, arquetipos maniqueos de lo bueno y lo malo; y en una resolución que recuerda al Jonás bíblico o al desventurado Pinocho, encuentra la salvación en el estómago de un pez.
 
El elenco está conformado por una afortunada conjunción de experiencia y juventud. A la cabeza, Eduardo Gadea Pérez y Romelia Agüero, dos figuras fundamentales de la actuación en nuestro país; y junto a ellos Juliana Cuervos, Issac D´Lima, Kiwi Torrealba, Beisy Blanco, Mariana Francisco, Carlos Torres, Luisana Ortiz, Desiree Gil, Wulliams Castellano, Isaac Desiderio, José Aníbal Castillo, y Lorena Castany. Protagoniza Leonardo Pinto quién da vida al soldadito, y logra colocarlo en el camino justo entre la inocencia y la valentía. Las funciones para este clásico, versionado por primera vez en nuestras tablas, son los sábados y domingos a las 5 de la tarde.
 
Columna publicada el 08/10/2013 en el diario El Nuevo País

"Exploradores del Mundo Jurásico"




El resultado es una pieza bien estructurada en lo visual, relevante en la realización de los distintos apartados, y prolija en el cuidado de los elementos estéticos.

 
Luego de asentar su nombre como actor, productor, y gerente teatral, Robert Chacón incursiona por vez primera en la retadora tarea de la dirección, y para ello escogió, el no menos retador género del teatro infantil. “Exploradores del Mundo Jurásico”, original de Alejandro Armas, estrenada el pasado 07 de septiembre en la sala de Urbán Cuplé (C.C.C.T.) es la pieza con la que el joven creador se descubre en esta nueva faceta detrás del escenario.
 
La obra cuenta la historia de cuatro amigos exploradores -Alex, Jenny, Diego y Ana- quienes se adentran en una selva prehistórica para emprender la búsqueda de un fósil de dinosaurio muy especial, cuyo hallazgo les daría con seguridad el primer premio en una importante feria de ciencias. Sin embargo, en su recorrido descubrirán algo mucho más grande que los llevará a tener que sortear una aventura no planeada. La pieza presenta como tema de fondo valores universales como el compañerismo, el respeto a las diferencias, y la tolerancia en un marco de conciencia ecológica y ambientalista.
 
Chacón, quién además comparte los créditos de la producción general con Natasha Rodríguez, arma el tinglado con todos los aditamentos que el género exige: vivas coreografías, música original, vestuario colorido y escenografía llamativa; y le suma el uso de la proyección audiovisual como recurso de apoyo. El resultado es una pieza bien estructurada en lo visual, relevante en la realización de los distintos apartados, y prolija en el cuidado de los elementos estéticos (lo que también viene a corroborar la mano del Chacón “productor”). El elenco conformado por Juan José Guzmán, Janset Rojas, Gabriel Quiñones y Melissa Inojosa, lucen frescos y comprometidos en la representación de sus roles tipo; si bien es cierto, podrían emprender su propia exploración hacia una interpretación que les permita alejarse de los estereotipos del decir y actuar tan manidos en el género infantil.
 
Completan el afanado equipo de esta propuesta Patricia Amenta en la realización de elementos escenográficos, Dubraska Vergara en el vestuario, Dheijzywc Merchán a cargo del diseño de iluminación, la dirección musical de Juan Pablo García, y Daniel Carías al frente de las coreografías. La temporada se extenderá hasta el próximo 27 de octubre, con funciones los sábados y domingos a las 02 de la tarde.  ¡A explorar!
 
Columna publicada el 01/10/2013 en el diario El Nuevo País

"La Piel en Llamas"

 
Y allí, en la misma habitación, estos cuatro personajes destejen una trama de, engaños, manipulación e intereses creados.
 
En una habitación de hotel patinada por el tiempo y la decadencia, cuatro vidas se abren para mostrar la miseria incontenible de la ambición humana, la perversión del poder y la enfermiza relación entre el dominante y el desvalido. “La piel en llamas”, original del catalán Guillem Clua, se estrena en el país bajo la dirección general de Vladimir Vera, ahora al frente de la dirección artística del grupo Rajatabla.
 
La obra, acreedora del premio Serra d'Or de la Crítica de Barcelona como mejor texto (2005) es una visión dura, un cuestionamiento sin cortapisas acerca de la orfandad moral en un mundo en el que la línea que separa a verdugos y victimarios es muy difusa. La fotografía de una niña volando por los aires, con la espalda llameante luego de la explosión de una bomba, le valió a Salomon –corresponsal de guerra- el reconocimiento mundial. Veinte años después, regresa a ese país, tercermundista y atemporal, para recibir un premio de un millón de dólares. Su foto se convirtió en un símbolo para Occidente. Hannah es la periodista encargada de entrevistar al fotógrafo, y en sus preguntas repta velada, una intención de venganza y redención. Brown es un funcionario de Naciones Unidas que intercambia con Ida (una malograda madre prostituta cuya hija está en coma), ayuda humanitaria por favores sexuales. Y allí, en la misma habitación, estos cuatro personajes destejen una trama de engaños, manipulación e intereses creados.
 
Vera en su puesta en escena, yuxtapone en tiempo y espacio ambas parejas y sus situaciones. Decide, como es usual en sus escogencias, no restar un ápice a la crudeza del discurso y presentar al espectador un juego de imágenes descarnadas, teniendo como motivación primigenia la reflexión a partir de la bofetada, de la agitación de las emociones. Las huellas de la guerra, la manipulación política, la avaricia, la culpa, la mentira, la perversión, la bajeza humana; entran y salen de esa habitación con desparpajo y atizan. La dureza de la pieza supone un reto nada deleznable para los intérpretes. José Dominguez (Salomón) entiende la múltiple dimensión de su personaje, pero aún no logra sobrepasar una muestra de técnica. Fedora Freites (Hannah) se asume con propiedad en el escenario, y compone un personaje cuya organicidad se asoma, sin todavía aflorar. El paso de las funciones predice, sin duda, el cuajado de ambos personajes. Tatiana Mabo (Ida), responde a la densidad de su tragedia y conecta; Jean F. de Marchi (Brown) logra una interpretación eficaz y mueve a la repulsión indicada. La temporada se extenderá hasta el 13 de octubre. ¡A ver si se atreve a sentir este ardor en la piel!
 
Columna publicada el 24/09/2013 en el diario El Nuevo País

viernes, 20 de septiembre de 2013

"Jazmines en el Lídice"

La obra, es un acercamiento a lo más profundo de ese dolor incrustado, una aproximación desgarradoramente humana y vital.
 
Más de veinte mil asesinatos por año evidencia que la violencia es un polizón al que se le ha hecho cómodo instalarse. Se ha vuelto tan familiar ese bizarro matrimonio entre la carne y el asfalto. Nuestras pieles rezuman pólvora, la angustia cede a la costumbre, y el dolor se instaura, silencioso, apenas sostenido por la esperanza. Esa inevitable realidad consigue en la dramaturgia de Karin Valecillos un derrotero catártico y estremecedor. “Jazmines en el Lídice” es una pieza simplemente inevitable. El texto, recientemente ganador del I Premio de Dramaturgia Isaac Chocrón, cumple su temporada de estreno en la sala Espacio Plural del Trasnocho hasta el próximo 29 de septiembre, bajo la égida de Tumbarrancho Teatro y la dirección de Jesús Carreño.
La historia es un eco condensado que nace como homenaje a las 54 madres de la Fundación Esperanza Venezuela, madres cuyos hijos han sucumbido ante los ensordecedores gramos de una bala, y que buscan, en su reunión, alzar un clamor por la paz. Es la historia de Meche, Yoli, Anabel, Dayana, Aída y Sandra, seis mujeres -que son millones- vinculadas por el dolor y la pérdida. En una humilde vivienda del barrio Lídice, estos seres coinciden el día del cumpleaños de Dayana, la menor, apenas una adolescente, pero que también ha visto su sangre correr; y un fiero debate de sentimientos se desprende entre la celebración y el recuerdo. Es una ficción armada con trocitos de realidad.
“¡Indiferencia!” grita Meche, y allí radica el tratado de la pieza. La obra no pretende ser solución, ni panacea contra una realidad insoslayable, al fin y al cabo, las víctimas han devenido en solo cifras, estadísticas a las que nos hemos acostumbrado, y que leemos incluso ya sin asombrarnos. La obra, es más bien, un acercamiento a lo más profundo de ese dolor incrustado, una aproximación desgarradoramente humana y vital que revienta cualquier indiferencia. El aroma de esos jazmines penetra la carne para remover el alma.
La puesta en escena de Carreño conjuga el realismo de la pieza y la poética de la imagen con acertado equilibrio, y con la fortuna de no acercarse a un malogrado melodrama. Gladys Prince, encabezando el elenco, nos ofrece una Meche inolvidable, conmovedora, íntegra. Omaira Abinadé, Rossana Hernández, Patricia Fuzco, Indira Jiménez y Tatiana Mabo, desarrollan sus roles con laudable compromiso y entraña, dejando firme la impronta de cada una de sus historias, y el espectador, al dejar la sala, no puede menos que afirmar: ¡Gracias por la esperanza!
 
Columna publicada el 17/09/2013 en el diario El Nuevo País

"Improvisto"

 
 
 
 
Una vez que han oído el título y el género, son pocos los segundos que tiene el elenco para armar la representación.
 
 
 
 
“Improvisto” cumplió la mayoría de edad. Ya ha llegado a su temporada número 18, sumando casi 700 funciones a lo largo de 08 años. Y se espera que la cuenta continue. Éste es un espectáculo teatral de la agrupación Akeké Circo Teatro que haciendo honor a su nombre, se basa en la improvisación. Jorge Parra (alias Domingo Mondongo) con su característico cabello verde es el director de la pieza nacida de su experiencia como actor circense y de unos talleres que impartiera hace ya varios años en el Celarg.
 
Cada función de “Improvisto” es diferente. El público, antes de entrar a la sala, recibe un papelito donde anota un título para la obra. Éstos se juntan en un sombrero y, luego en el escenario, un presentador selecciona a azar uno de los títulos, el cual será representado además en un género específico también elegido al azar (musical, telenovela, película de terror, película de acción, cuento de hadas, relato y acción). A partir de ambas premisas, los actores -vestidos solo con coloridas bragas-  desarrollan historias en donde el humor, la viveza, la creatividad, y la conexión con el público son fundamentales. Una vez que han oído el título y el género, son pocos los segundos que tiene el elenco para armar la representación, salir al escenario, y presentar una idea con personajes, trama, conflicto y final; echando mano además de toda la técnica que puedan tener pues hay que conjugar baile, canto, acrobacias, expresión corporal, trabajo de voces. Sin duda, una experiencia que cualquier actor disfrutaría con fruición.
 
La dinámica recuerda un show televisivo de origen británico, pero popularizada en su versión americana, llamado “Whose line is it anyway?” conducido por el comediante Drew Carrie y por el que pasaron estrellas como Robin Williams, Whoppi Goldberg, o David Hasselhoff. A lo largo de sus ocho años, “Ïmprovisto” ha recibido también la visita en sus filas de invitados especiales como Laureano Márquez, Reuben Morales, Emilio Lovera, Wilmer Machado “Coquito”, Guillermo García, la recordada Lourdes Valera, y María Alejandra Martín, entre otros, quienes han aceptado el juego y se han puesto su braga.
 
Para esta temporada, que se extenderá hasta el 15 de septiembre en Teatrex, son los locutores de La Mega 107.3 FM quienes se sumarán a este desenfreno escénico. ¡Es tiempo de jugar!
 
Columna publicada el 10/09/2013 en el diario El Nuevo País

miércoles, 11 de septiembre de 2013

"El Banquete Infinito"


Tres elementos conforman el espacio escénico: la silla presidencial, una gran mesa repleta de manjares y la tribuna desde donde se le habla al “conglomerado”.

Que el teatro debe ser reflexivo y reflectivo es algo que asume y practica. De allí, que la escogencia de sus espectáculos pasa por la previa consideración de lo que quiere decir, expresar u objetar. Morris Merentes y su Teatro K Producciones ha asumido una postura clara en cuanto al teatro que quiere mostrar y lo confirma con su más reciente propuesta “El Banquete Infinito” estrenada el pasado viernes en la sala Rajatabla. 

Ésta es la tercera entrega de la llamada “trilogía Torrientes”, iniciada con “Weekend en Bahía” en el 2008, y “Manteca” estrenada en el 2010; en la que el joven director asumió el reto de dar a conocer las piezas más emblemáticas del dramaturgo cubano Alberto Pedro Torrientes. Alejada del panfleto, la dramaturgia del antillano es de un profundo compromiso social y en sus letras plasma la realidad de su isla natal. 

“El Banquete Infinito” es un acertadísimo relato sobre la suciedad política: un gobierno de derecha es depuesto por una insurrección izquierdista, pero no pasa mucho tiempo para que los nuevos dirigentes asuman las máculas del pasado y terminen repitiendo los vicios del jerarca depuesto. El ciclo se repite una y otra vez: los gobernantes se erigen en salvadores, comen, elucubran, mientras el pueblo sigue hambriento. 

Tres elementos conforman el espacio escénico: la silla presidencial, una gran mesa repleta de manjares y la tribuna desde donde se le habla al “conglomerado”. Y este es el espacio vital de la politiquería, estos son los elementos esenciales que definen una forma de gobierno hipócrita y adulador. Mientras afuera los tambores del hambre resuenan, adentro los dirigentes sólo teorizan, conciben soluciones, eso sí, afirmados en glotona degustación. Merentes lo tiene claro, y apunta a la correcta universalización de un texto localista, con una puesta en escena diáfana en estética y labor. 

Destaca el trabajo actoral de Jesús Hernández, quien personifica a ambos gobernantes (el depuesto y el recién ascendido) con garra y ritmo asegurado. Julio César Marcano, Varina Arraiz, Gregorio Melendez, Homero Chavez, y Cristian Ponte aportan justa dosis a la vivificación de sus roles.

La temporada se extenderá hasta el 02 de septiembre, por lo que todavía queda mucha comida por compartir ¡no debería dejar de probar bocado!

Columna publicada el 20/08/2013 en el diario El Nuevo País

"Anamnesis"

Una mujer que se ahoga, sacando la mano entre las olas, hundiéndose, desapareciendo, tendiendo la mano a otros. 


En un salón dominado por las sombras, con la pátina ineludible del tiempo, Rebeca y Devlin convergen en una intermitente lucha de palabra y silencio. Su relación es ambigua, hay entre ellos cierto juego de poder. Rebeca hace memoria, y en su devenir trae los recuerdos, oscuros, mortales, que definen su temblor actual. Ese ejercicio de rememorar, de traer al presente el pasado se le conoce como “Anamnesis”, título escogido por el grupo teatral Grado 38° para su versión de la pieza “Cenizas a las cenizas” del británico Harold Pinter (1930-2008) cuyo estreno ocupó las bustacas del Teatro San Martín el pasado viernes 09 de agosto. 

Pinter, además de celebrado poeta, director, actor y dramaturgo (Premio Nobel de Literatura 2005) también fue un abierto activista político. En su discurso de recibimiento del Nobel fustigó duramente al gobierno británico y estadounidense por la invasión a Iraq y demás abusos emprendidos. Él mismo sufrió, siendo aún un adolescente, los horrores de la II Guerra Mundial, y esas imágenes lo han perseguido durante toda su vida. De “Cenizas a las cenizas” refiere en ese mismo discurso: “Me parece que tiene lugar bajo el agua. Una mujer que se ahoga, sacando la mano entre las olas, hundiéndose, desapareciendo, tendiendo la mano a otros, pero sin encontrar a nadie, ni fuera, ni bajo el agua, encontrando sólo sombras, reflejos, flotando, una figura perdida la mujer en un paisaje que se ahoga, una mujer incapaz de escapar a un final que parecía destinado sólo a otras personas”.

La versión del grupo caraqueño, dirigida por Gregorio Milano, es rescatada por un tratamiento estético bien logrado y coherente. El espacio escénico exuda nostalgia y misterio: paredes deterioradas, cuadros antiguos con imágenes atormentadoras, sillones, y en el centro, dominando, una vieja maleta, acaso como una diminuta alegoría a la caja de pandora de la que, al abrirse, se escapan los males del mundo, de Rebeca, de Devlin. La iluminación provoca y acompaña la tensión constante, dibuja sombras y ánimos. 

La puesta en escena de Milano sosegada en su concepción, busca equilibrio en la imagen y la composición. Sobre los hombros de Marina Guedez y Ramón Goliz descansa la responsabilidad de dar vida a la pareja que dialoga y hurga. Los personajes sin embargo, no han podido romper la barrera de la palabra y el gesto aprendido, y esperan aún por ser insuflados con el aliento de un mayor y más profundo entendimiento del autor y el texto. La temporada abarcará el mes de agosto. Viernes y sábados a las 08 de la noche y domingos a las 06 de la tarde.

Columna publicada el 13/08/2013 en el diario El Nuevo País

"La Ventolera soy yo, María Cristina"

Detrás de sus caderas fogosas, alborotadas por el mambo, se esconde la estrepitosa caída de una época, de un país, y hasta de un continente. 

Culmina la edición 2013 del Festival de Teatro de Autor FESTEA, con el merecido aplauso del deber cumplido. Durante dos semanas el público caraqueño pudo presenciar decenas de propuestas escénicas de agrupaciones amateurs y hacerse una idea de los derroteros que asume nuestro teatro actualmente. 

Justamente en el marco del FESTEA, el pasado sábado 03 de agosto en la sala Doris Wells de la Casa del Artista, la gente del Teatro Universitario de la UNESR llevó a escena “La Ventolera soy yo, María Cristina” adaptación del celebrado texto original del –no menos celebrado- dramaturgo José Gabriel Nuñez. Nuñez, quien como pocos ha sabido acercarse a través de su lírica al universo femenino, presenta en este monólogo a una vedette en decadencia. Son los años 50 del siglo XX. El cabaret ha sucumbido bajo el peso de la censura, la mojigatería y la irrupción indetenible del rock ´n roll. El tiempo del resplandor de María Antonieta Pons, Meche Barba, Ninón Sevilla o la Tongolele ha pasado y en algún oscuro reducto un productor se decide por la nostalgia y organiza un “espectáculo del recuerdo”. Hasta allí va a llegar María Cristina, rumbera venezolana, con sus ropas y nostalgias gastadas a rememorar viejas glorias, a buscar su lugar en el cartel principal del show.

La puesta en escena dirigida por Nino Villezua, abre con la proyección de un documental en blanco y negro que habla del auge y posterior eclipse del cabaret y las rumberas. De artistas que llegaron a acompañar presidentes pasaron a ser fichas anónimas, siluetas olvidadas bregando por sobrevivir en locales de mala muerte. María Cristina –interpretada acá por Jennifer Ibarra- narra su pasado de esplendor y se asume como la más rutilante de las estrellas tropicales, pero al mismo tiempo, el peso de un presente vacuo la convierte en una lastimera figura. Entender a María Cristina es adentrarse en su dimensión menos evidente, dejar a un lado la simpleza de los tacones, las borlas, y el meneo de carnes, para descubrir que detrás de sus caderas fogosas, alborotadas por el mambo, se esconde la estrepitosa caída de una época, de un país, y hasta de un continente con dictaduras militares ya tambaleantes, y que además empezaba a ceder sus espacios a la transculturización. “¡Yo siempre fui demócrata, nunca fui adicta a los miitares!” Se ufana, y como una premonición lanza “¡Cuidado, porque capaz y vuelven esos militares! El discurso de la diva, es también una radiografía social. 

Al final, el público ha reído satisfecho. Esperamos con fruición desde ya, una nueva edición, la undécima, del Festival de Teatro de Autor Festea. ¡Y bien por Pathmon Producciones, sus organizadores!

Columna publicada el 06/08/2013 en el diario El Nuevo País

martes, 6 de agosto de 2013

"El Mistral"

 
 
 
Con la aparición del Mistral reencarnado en mujer, los personajes que hasta aquí yacen inmóviles, renacen. Bajo las luces de un cabaret circense en decadencia, bailan, gritan.
 
Frío y salvaje sopla desde el noroeste mediterráneo… es un viento que transforma al individuo, a las ciudades y regiones que arropa, es en esencia un viento nostálgico, que arrastra voluntades y recuerdos. Se le conoce como El Mistral, y su soplo se sintió en el centro de Caracas por cuatro funciones. Las bocas del Teatro Principal (los días 12 y 13 de julio ) y del Teatro Nacional (27 y 28) albergaron el aliento de este espectáculo de danza teatro concebido y dirigido por Miguel Issa.
 
Diez años después de su estreno “El Mistral, un viento frío en el verano” regresó de la mano de su creador y retoma su recorrido por la emocionalidad de una troupé de personajes que ríen, lloran y reviven bajo el influjo de ese soplo, representado acá por una mujer francesa de estilizada figura y cigarro de boquilla en mano. Durante su estancia en París, Issa tuvo la oportunidad de sentir en propia piel los fueros de este fenómeno atmosférico y al retornar, concibió la idea de este cabaret musical que expone con acierto la apuesta que asumió hace ya casi dos décadas junto al también coreógrafo, bailarin y director Leyson Ponce cuando fundaron la agrupación Dramo (Dramaturgia del Movimiento): una propuesta de danza teatro coherente y que rezume fortaleza estética y conceptual.
 
Con la aparición del Mistral reencarnado en mujer, los personajes que hasta aquí yacen inmóviles, renacen. Bajo las luces de un cabaret circense en decadencia, bailan, gritan, resuenan en la cotidianidad de una tarde parisina. Viajan apilados en el metro, suben y bajan en viejos ascensores de reja, pasean, dormitan, pelean en las veredas de un parque, celebran la comida, la bebida, la vida… agotan sus penas y tristezas. Las imágenes suceden vívidamente, pinceladas de un aire viejo, antiguo, van dejando una impronta de anhelos, evocaciones, lugares. Y ella, siempre presente, despidiendo humo por su boquilla, los observa, atestigua su carnalidad en silencio…
 
Danza, teatro y ópera en un amalgamado espectáculo concebido en imágenes, cuadros vivientes que no dejan intacta emoción alguna y que ha resistido el paso del tiempo, ahora robustecido por un joven elenco de intérpretes atinados en su corporalidad y expresión. Al final, tal como la vida, el viento pasa dejando una estela de adormecimiento, la celebración cesa , el tiempo juega su papel tirano, y los personajes abandonan el escenario, clowns silenciosos hasta un nuevo verano...
¡Que no pasen diez años para que vuelva a soplar!
 
Columna publicada el 30/07/ 2013 en el diario El Nuevo País

"El Hijo de Cantaura"

 
La obra, estrenada el 04 de julio y cuya temporada en la Sala Rajatabla se extendió hasta el pasado domingo 14; propone en un espacio vacío el encuentro de dos generaciones, y en ese salto temporal pretende indagar en el alma de personajes marcados por el dolor y el recuerdo.
 
 
El 04 de octubre de 1982 una operación militar acabó con la vida de 23 guerrilleros del Frente Américo Silva, perteneciente al partido Bandera Roja. En aquellos pretéritos momentos políticos, la inquieta izquierda venezolana todavía enarbolaba las banderas de la insurrección armada como vía expedita al poder. Bombas y metralla llovieron sobre el campamento rebelde en la espesura del monte anzoatiguense, y los que sobrevivieron al ataque, fueron luego acribillados o rematados a sangre fría según el testimonio de algunos de los pocos que se salvaron. El suceso pasaría a conocerse en nuestros libros como la “Masacre de Cantaura”, y quedaría en el recuerdo colectivo como impronta de una democracia enferma, vergüenza de un poder abusivo.
 
“El Hijo de Cantaura, asunto de Seguridad Nacional” escrita y dirigida por Yusbely Añez, recurre a ese momento de la historia y lo ficciona en un texto de espíritu redentor, que busca expiar las culpas, pero que al mismo tiempo, muestra esa violencia que no nos abandona, que prevalece generacionalmente, que se traspasa como un pesado fardo, y que pareciera ya grabada en los genes criollos. La obra, estrenada el 04 de julio y cuya temporada en la Sala Rajatabla se extendió hasta el pasado domingo 14; propone en un espacio vacío el encuentro de dos generaciones, y en ese salto temporal pretende indagar en el alma de personajes marcados por el dolor y el recuerdo.
 
Marx es el hijo de uno de los fallecidos en la masacre y en la Venezuela actual sobrevive como chofer de una familia rica, pero, afín al comportamiento típico, intenta resolver su vida sacándole provecho a las dádivas gubernamentales. Su practicidad –muy cercana a la falta de ética- contrasta con la valentía de su papá, Jesús, quién treinta años atrás, metralleta en ristre, enfrentaba al mundo con la coraza de sus ideales, que seían aplastados por la bota militar en la fatídica noche de la ofensiva. Escenas de los días previos a la masacre, se intercalan con un presente de madres que todavía lloran a los hijos perdidos. Añez propone para las acciones un escenario totalmente desocupado. Solo intervienen como utilería recurrente unas ollas maltrechas, vacías, acaso en una acertada alegoría de país. Sin embargo el código propuesto, pertinente en su concepción, se diluye en la debilidad de una puesta en escena que no logra superar la barrera del interés.
 
Diego León, Diego Mora, Arismart Marichales, Tiziana Carascón, José Gregorio Franquiz, y Keyla Gelvez integran un elenco todavía arraigado a la brega estudiantil, y que en general muestra interpretaciones sesgadas y atonales. El sueño está concretado, ¡ahora a darle justa forma!
 
Columna publicada el 16/07/2013 en el diario El Nuevo País

"Seis historias para Emilio"


 
Se trata de seis textos breves cuyas historias se hilan en un mismo espacio, un parque, y a lo largo de un día.
 
Ya se cumplió un lustro de la desaparición física del escritor, dramaturgo, director,  y crítico mexicano Emilio Carballido (1925-2008), una de las voces más importantes de la literatura azteca contemporánea. Su primera obra “Rosaura y los llaveros”, estrenada en el palacio de Bellas Artes  (D.F) en 1950  marcaría el inicio de una fructífera trayectoria que le daría a las letras hispanohablantes más de cien obras teatrales, además de novelas, cuentos, ensayos, y guiones cinematográficos. Sus piezas buscan retratar prejuicios, contradicciones,  y formas de pensar de los diversos estratos sociales, con cierto hincapié en la disección de la ambigua clase media.

Así se evidencia en  “Seis historias para Emilio” del grupo Art-Teatro, un homenaje que la joven agrupación caraqueña estrenara en el 2009 bajo la dirección de Luisa Maymó, y cuya temporada más reciente culminó el pasado domingo 07, al abrigo del acogedor teatrino del Laboratorio Anna Julia Rojas.

Se trata de seis textos breves cuyas historias se hilan en un mismo espacio, un parque, y a lo largo de un día. La propuesta abre con “Únete pueblo”, en el que dos estudiantes de evidentes rasgos “sifrinos” participan en una protesta callejera, sin saber siquiera el trasfondo del levantamiento. Una sátira a la superficialidad: ninguna de las dos puede ver bien sin sus lentes, y sin embargo, no los usan porque les resta atractivo. En “Solitario en octubre”, dos desconocidos se cruzan, él recién divorciado, ella a punto de casarse, la duda emerge. “Tangentes” une a una pareja de estudiantes, un anciano y una indigente, personajes en una trama de nostalgia y pérdida. “La miseria”, uno de los textos más complejos, a una pareja en desacuerdo por darle limosna a una mendiga. Comedia de velados tintes reflexivos acerca de la relativa miseria de la condición humana. Un penoso profesor vaga con su bebé recién nacido a merced del intenso frío en “Dificultades”, un contundente texto, el más dramático del compendio, que expone los límites de la desesperación en un hombre abrumado, una vida de aspiraciones aplastadas por los problemas familiares y un trabajo mal remunerado. Por último “Domingo delicioso”, presenta en tono de franca comedia a dos amigos que pretenden pasarla “a lo padre” con dos prostitutas, pero el alcoholismo de los cuatro les voltea las intenciones. Una ligera pero afilada sátira a la borrachera.  Mariafernanda Fuentes, Robert Castro, Angel Pelay, Juan José Guzman, Jorge Martínez, Luisa Maymo, y Oreana Cordero, conforman el elenco que da vida a esta propuesta que pretende seguir llevando a otros escenarios esta radiografía del ser latinoamericano.
Columna publicada el 09/07/2013 en el diario El Nuevo País

"Caricias"

 
 
 
La puesta en escena de González -quién celebra con este montaje dos décadas de actividad teatral- recibe al espectador con un aire otoñal, clásico: una paleta de marrones y ocres
 
 
Con la condena implacable de un ouroboros, el ser humano se engulle a sí mismo ante la incapacidad probada de comunicarse, de dar y recibir, de asirse a la plenitud. Siempre inconformes, siempre a la deriva, como unos neuróticos sin bozal, sucumbimos, mordemos y somos mordidos. Círculo vicioso, degradante, que el dramaturgo catalán Sergi Belbel deshila convenientemente en “Caricias” (1990) una de sus piezas más célebres, y que el Teatro del Encuentro, con la producción de Alexxey Córdova y la dirección de José Jesús González, lleva a temporada hasta el 30 de junio en el Espacio Plural del Trasnocho.
 
El texto, urbano y mordiente, presenta diez historias que exponen la precariedad de las relaciones humanas: matrimonio, hermanos, padres, hijos, amantes, amigos. El título es una ironía y un anhelo, la pieza no es tierna, no es una apología al afecto, sino al grito desesperado de los personajes por encontrar, precisamente, esa caricia faltante, ese abrazo que nunca llega en una sociedad deshumanizada marcada por la soledad.
 
La puesta en escena de González -quién celebra con este montaje dos décadas de actividad teatral- recibe al espectador con un aire otoñal, clásico: una paleta de marrones y ocres, hojas secas, paraguas, marcos colgantes, maderas, brindan una atmósfera limpia, preciosista. Y es en este marco bucólico, con seres de maneras apolíneas y vestimentas perfectas, como preparados para una gran foto familiar, que irrumpe la violencia, el desespero. No se compagina la sobriedad de sus apariencias con el torbellino que subyace puertas y pecho adentro. Pero es precisamente esa falsedad de formas la que propone la reflexión a través de la crudeza del contraste. Temas como la agresión doméstica, el incesto, la homosexualidad, la miseria, la incomunicación, el rencor, la senilidad, van emergiendo sin respiro. Si bien la propuesta escénica aminora con cierto conservadurismo la mordacidad del autor español, consigue reacción y propósito.
 
Ver los nombres de Virginia Urdaneta, José Torres, José Romero, Marco Alcalá, Alexander Rivera, Arlette Torres, Alexander Solórzano, Loly Sánchez, Ana María Paredes, Mariú Favaro y el debutante Grouber Materán, da cuenta de una afortunada conjunción de experiencia y juventud en el elenco. Las interpretaciones, en general, son diligentes y logran acercar al espectador a la rudeza de los planteamientos. Es, pues, una buena apuesta por el teatro espejo, ese al que muchas veces le huimos, ¡por algo será!
 
Columna publicada el 11/06:2013 en el diario El Nuevo País

miércoles, 29 de mayo de 2013

"Un Enemigo del Pueblo"

Punzantes y vigentes reflexiones saltan exprofeso: “¿Realmente las mayorías siempre tienen la razón?”.
 
 
“Democracia, poder y dignidad”. Con estas tres palabras el Grupo Teatral Emergente de Caracas, bajo la dirección de Jesús Delgado, define el leivmotiv para su propuesta del clásico universal “Un Enemigo del Pueblo” del noruego Henrik Ibsen, cuyo estreno se llevó a cabo el pasado viernes 24 en la Sala Cabrujas de Los Palos Grandes.
 
La obra, escrita en 1882, es uno de los puntales del drama realista moderno y en ella el autor expone los vicios de una sociedad moralmente débil, poco ética, y sometida a un poder manipulador y mentiroso. El reconocido y apreciado Dr. Stockman ha descubierto que las aguas del balneario, principal fuente de ingresos de su ciudad natal, están contaminadas. Ingenuamente, e idealista como es, decide publicar su hallazgo con el apoyo de la mayoría. Pero, ante la posibilidad arriesgar ese sustento económico, termina no sólo abandonado, sino que la entera sociedad, inicialmente a su favor, se vuelve ferozmente en su contra. Cuando decide decir lo que nadie quiere oír, se convierte en un encarnizado enemigo. Su propio hermano, el Alcalde, lidera el linchamiento social movido por sus intereses políticos y la manipulación de las masas.
 
La propuesta de Delgado es clara estética y discursivamente. Juega con la presencia constante de la cloaca como entorno vital, las aguas negras como sustento. En esta ciudad, sus habitantes roen, deambulan en la oscuridad, se acomodan en la inmundicia, la venden y sacan provecho. El vestuario (Joaquín Nandez) refleja la putrefacción de los personajes: telas duras, corroídas, manchadas; y en juego con la escenografía de Elvis Chaveinte y Christian Ponte quienes idearon los elementos escenográficos a partir de tuberías de agua; imbuyen el concepto de una enorme alcantarilla, y sus habitantes, seres subterráneos, ratas… Punzantes y vigentes reflexiones saltan exprofeso: “¿Realmente las mayorías siempre tienen la razón?”.
 
Antonio Delli, protagoniza con una denodada interpretación del Dr. Stockman, comprendido en su dimensión personal y simbólica. Wilfredo Cisneros (Alcalde), Jesús Hernández (Hovstad), Jorge Dakar (Aslaksen), Carlos Clemares (Morten Kull y Claudia Nieto (Sra. Stockman) resuelven acertadamente sus roles y engranan un elenco equilibrado y seguro. Lidsay Castro (Petra, hija de Stockman) requiere aportar más voz y médula a su trabajo.
 
En definitiva, una aguda propuesta con el meritorio don de atreverse, cuestionar, y obligar a reflexionar ¡así no se quiera!
 
Columna publicada el 27/05/2013 en el diario El Nuevo País

"La Viuda Astuta"


Con cierto guiño al teatro callejero, aglutina en el escenario una troupé de actores y músicos, que desde el inicio suben los decibeles.

Rosaura es joven, hermosa, desenfadada; pero además es viuda y, como tal,  heredera de una buena fortuna. De ahí, que no le falten pretendientes, cuatro para ser exactos, todos representantes de las principales noblezas europeas. Para decidir quién es el mejor partido para  desposarse urde un plan, en compañía de su criada Marionette, que, como el género lo exige, da lugar a una cadena de enredos y confusiones risibles. Es “La Viuda Astuta”, comedia clásica del dramaturgo Carlo Goldoni, y que estrenó el pasado viernes 10 de mayo, en la sala 1 del CELARG, de la mano del Grupo Séptimo Piso bajo la dirección de Dairo Piñeres.

Esta pieza, estrenada en 1748, fue el punto de partida para las reformas que el autor quería imprimirle a la escena veneciana del siglo XVIII, y que a la postre le convirtieron en el padre de la comedia italiana moderna. Fuertemente influenciado por el comediante francés Móliere, Goldoni apostaba por valorar la estructura literaria y la comedia de “carácter”, por encima de la improvisación y el “enredo” propios de la Comedia dell´Arte. Sus personajes, aunque burlescos tienden al realismo, la máscara desaparece, y los vicios sociales quedan expuestos. Como en esta pieza, por ejemplo, en la que los pretendientes: un español, un italiano, un francés y un inglés; encarnan en sí mismos las máculas de sus respectivas nacionalidades.

Piñeres asume que la obra sigue vigente y es reflejo también de la sociedad actual, por lo que no extraña que en el planteamiento estético conjugue elementos del siglo XVIII y el XXI, inclinación además recurrente cuando ha asumido un texto clásico. La escenografía presenta tres grandes telones con sendas caricaturas; y tres mesas que al cambiar de posición, trasladan la acción a los distintos espacios: la calle, la posada, la casa principal. Con cierto guiño al teatro callejero, aglutina en el escenario una troupé de actores y músicos, que desde el inicio suben los decibeles. La puesta refleja el curtido manejo que tiene de la comedia. 
 En general, el elenco resiste los personajes, más con oficio que con creatividad. Resalta por superlativa la interpretación de Moisés Berr como Arlequín, quién muestra un personaje fresco, apoderado del escenario y que sin recurrir a exageraciones, transmite una comicidad natural y dosificada. Carlos Díaz, como Don Álvaro de Castilla, también logra desprenderse con una acertada versión del noble español. Ysabel Nieto como la viuda, se recuesta en una vacua hipergestualidad que se mantiene sin matices. Les acompañan Patricia Romero, Reinaldo Navas, Arquímedes González, Royer García, Daniel Torres, Juan Pablo García, Melissa Inojosa, y Michael Vegas.
 
Columna publicada el 14/05/2013 en el diario El Nuevo País.

"30° Aniversario del Teatro Teresa Carreño"

 
 
Desde entonces ha albergado en sus hexagonales a celebérrimas figuras mundiales de la ópera, el ballet, la música, el teatro y las artes en general.
 
Se cumplen treinta años de la inauguración de una de las infraestructuras culturales más importantes de Latinoamérica: el Complejo Teatro Teresa Carreño, verdadero ícono arquitectónico y artístico que todavía levanta aplausos por su robustez y belleza. El proyecto partió de la necesidad de ampliar la oferta cultural a un público caraqueño cada vez más ávido y, que para principios de la década de los ochenta, sólo contaba con los teatros Nacional y Municipal, los cuales pese al esfuerzo, se veían cada vez más limitados técnicamente para albergar espectáculos de gran formato.
 
Pedro Antonio Ríos Reyna (cuyo nombre identifica hoy la principal sala del complejo) para entonces presidente de la Orquesta Sinfónica Venezuela, propone la construcción de una sala de conciertos que les sirviera como sede. A principios de los 70, a través del Centro Simón Bolívar, un equipo de arquitectos liderados por Jesús Sandoval, Dietrich Kunckel y Tomás Lugo Marcano emprenden la obra decididos a dotarla de los más avanzados implementos técnicos, lumínicos y de tramoya de la época. Diez años después de iniciada su construcción, el 19 de abril de 1983, la misma Orquesta Sinfónica Venezuela con un concierto que cortaba la cinta de la segunda fase de la obra, queda firmemente inaugurada, y desde entonces ha albergado en sus hexagonales a celebérrimas figuras mundiales de la ópera, el ballet, la música, el teatro y las artes en general. La gala de este 30° aniversario a realizarse el próximo 27 y 28 de abril, unirá a las dos únicas compañías estables que nacieron –y aún se mantienen- bajo la tutela de la institución: el Ballet Teresa Carreño y el Coro de Ópera Teresa Carreño. “Doble Corchea” del insigne y recordado Vicente Nebreda, así como composiciones de Bizet, Mozart, y Verdi; un estreno a cargo del coreógrafo Héctor Sanzana, entre otros bocados, servirán para avivar el telón cumpleañero.
 
En los últimos años, varios fantasmas lo azotan en mayor o menor medida, pero fundamentales a la hora de hacer una fotografía de su actualidad. Por un lado, la merma en la infraestructura, filtraciones, falta de material, déficit de equipos, mantenimiento limitado de las instalaciones. Hace, a lo sumo un año, por ejemplo, se instaló un sistema de pantallas informativas que ya no están. Y si esta merma preocupa, más lo hace, la de la programación artística que ha ido cediendo espacios al proselitismo político. Hoy se escuchan más arengas que arias, y se ondean más banderas que programas de mano. Habrá que ver si la administración recién nombrada, se esfuerza por devolverle el brillo artístico de otrora. ¡Se ganarían el cielo!
 
Columna publicada el 16/04/2013 en el diario El Nuevo País

"Orgasmos bombardeados"

 
El público que asistió ese día, tiene absoluto e irrenunciable derecho a elegir qué quiere ver y oír.
 
 
 
La pequeña Venecia, luce cada vez más pequeña. En esta alborotada galería los aplausos se mezclan con abucheos, se vitorea y se vitupera, se lanzan flores y tomates al mismo tiempo. La obra, en la que parece haberse convertido esta tierra, se acerca peligrosamente -y mucho- a un teatro del absurdo, con diálogos sin sentido, incomunicación, distancia, desespero. Preocupa. Preocupa que llegó el día en el que el final de un espectáculo no haya sido dictado por el aplauso sino por un estallido. Preocupa que alrededor de dos mil espectadores hayan abandonado una sala, en mitad de un espectáculo, no por decisión propia, no por su hastío ante, quizás, lo pobre de la propuesta, sino obligados por bombas impositivas, dictatoriales.
Lo acontecido el pasado jueves 11 de abril, en el Aula Magna de la UCV, cuando el monólogo “Orgasmos” de Norkys Baptista, dirigido por Dairo Piñeres, fue atacado cobardemente, en plena función, por desconocidos que arrojaron bombas lacrimógenas al público, es sencillamente, inaceptable, inaguantable, desde cualquier punto de vista. La violencia jamás debe alzar la voz por encima de la ciudadanía. No se puede permitir, bajo ningún concepto, bajo ninguna bandera política, roja o amarilla, hechos de tan baja ralea. La condena de todos los hacedores artísticos debe ser total, absoluta, unánime, sin peros, sin medias tintas, sin dejar la más mínima grieta a una ínfima justificación. Desde acá, irrevocable solidaridad a todo el equipo artístico, técnico y de producción.
 
En lo personal, ciertamente no es el tipo de teatro al que apunto. En más de una ocasión, en este mismo espacio, he expresado preocupación por la masificación indetenible de ese teatro de evasión, de risa fácil, vacua. No he visto “Orgasmos”, por decisión propia, porque no es un espectáculo de mi gusto, porque no es un género que despierte mi interés. Pero el escenario es sagrado, tanto si se sube una Norkys con su divertimento, como para un Aristófanes resucitado. El público que asistió ese día, tiene absoluto e irrenunciable derecho a elegir qué quiere ver y oír. ¿Que el Aula Magna, centro cultural de la casa que vence las sombras, espacio académico privilegiado, no debería presentar espectáculos de este tipo? Podría discutirse, como plantean algunos colegas –inexplicablemente- con un halo de cierta justificación, y tal vez estemos de acuerdo en que debe privar cierto criterio en la programación de salas; pero, irreductiblemente, la discusión acá no puede desviarse a tales. El hecho indefendible, inequívoco, real, es que un espectáculo (independientemente de su valor estético o filosófico) fue atacado, ¡atacado! y esa es una escena trágica que viene a sumar oscuridad a este país escindido, a este absurdo de mal gusto que nos están empujando a representar.
 
Yo me niego. Yo me salgo del reparto. ¡Yo no quiero ese papel!
 
Columna publicada el 16/04/2013 en el diario El Nuevo País

"El hombre más aburrido del mundo"

 
Con una dosificada mezcla de evocación, realidad, ficción y humor, el texto remite al poder inextinguible de la imaginación como el arma más poderosa posible.
 
Que el teatro salvó el mundo, puede decirse, casi que literalmente. Cuando parte del planeta sufría los embates de la megalomanía hitleriana, las fuerzas aliadas al mando del Gral. Eisenhower pusieron en marcha la invasión más grande conocida en la historia militar, con el objetivo de recuperar Europa. Pero el éxito de la Operación Overlord, más allá de las tropas y los pertrechos, dependía también del engaño. Y aquí, Joan Pujol García, jugó un papel decisivo. Como doble agente suministró información falsa a los alemanes, éstos movieron sus tropas, y al desembarco aliado en Normandía lo recibió una defensa nazi debilitada. Fue el inicio del fin de la II Guerra Mundial. Pues, ese espía, catalán de nacimiento, al que mundo le debe un infinito agradecimiento, es “El Hombre más aburrido del mundo” a decir de la más reciente obra del venezolano Gustavo Ott, cuyo estreno el pasado 15 de marzo, abrió cohetes a la celebración de los veinte años del Teatro San Martín de Caracas.
 
La pieza, como ya nos tiene acostumbrado el dramaturgo, se basa en una historia real y tan cercana a nosotros que muy probablemente no la conocemos. Y es que García, luego de la victoria aliada, le hizo creer al mundo que había muerto en África, pero se refugió en Venezuela hasta su muerte en el poblado costero de Choroní en 1988. El texto de Ott, recrea las situaciones vividas por el catalán, un apasionado del teatro, enfatizando el maravilloso despliegue de inventiva que lo llevó a crear personajes e historias falsas tan verosímiles que le valieron el reconocimiento de los altos mandos militares. Con una dosificada mezcla de evocación, realidad, ficción y humor, el texto remite al poder inextinguible de la imaginación como el arma más poderosa posible, anotando además, referencias a momentos y nombres imprescindibles del teatro venezolano.
 
La puesta en escena de Luis Domingo González, escoge el tono distendido de la farsa, imprime dinamismo, y la obra -apoyada con proyecciones audiovisuales- transcurre acertadamente; si bien los elementos estéticos lucen desprolijos. José Gregorio Martínez, en el papel protagónico, logra equilibrio en el vaivén viejo-joven al que lo somete el texto, y ofrece una interpretación lúcida. Jennifer Morales, reposa su accionar en una gestualidad ampulosa y poco creativa, que se repite en los dos papeles que representa, sin lograr diferenciación. El resto del elenco, Héctor Caro, David Villegas y Leonardo Gibbs; cumplen con sus múltiples roles. Una pieza que recuerda además, la indiscutible necesidad de formar a un público teatral, pues ¡nunca se sabe cuándo se le necesitará!
 
Columna publicada el 09/04/2013 en el diario El Nuevo País

martes, 9 de abril de 2013

"El Gigante de Mármol"

El trasfondo político y social de la propuesta es evidente y emite una preocupación por los peligros que acechan la libertad creadora. 

Hace unos cinco o seis años aproximadamente el autor caminaba por un corredor de la Galería de la Academia de Florencia (Italia). A paso apurado y no sin emoción, un respiro profundo lo prepara para el encuentro. Al final del pasillo, bañado por la luz natural que se cuela por una cúpula, deslumbra la figura de un hombre desnudo, de unos 5 metros de alto, esculpido en mármol pálido. Es el David, vencedor sobre Goliat, inmortalizado como referente de la belleza humana por el cincel prodigioso de Miguel Ángel Buonarroti. Del embeleso provocado, nació el impulso que se hizo dramaturgia y así, esculpido ahora en la palabra, el “David” se hizo teatro en la pluma del consolidado actor Luigi Sciamanna, quien debuta como dramaturgo con un díptico centrado en la pieza más controversial del escultor florentino. “La novia del gigante”, estrenada en el 2012 fue la primera entrega, y el pasado 27 de marzo, en el marco del FITC 2013, se estrenó “El Gigante de mármol” en la sala de la Asociación Cultural Humboldt como cierre del ciclo. 

En ésta última, Sciamanna se remonta a 1503, y presenta la aguerrida defensa que Miguel Ángel hizo de su obra ante la intención generalizada de destruirla por obscena y pagana. El texto, inteligente y ricamente escrito, se centra en exponer la confrontación del artista con los representantes de la iglesia, los comerciantes y los políticos, distintas caras del poder obtuso. El trasfondo político y social de la propuesta es evidente y emite una preocupación por los peligros, todavía vigentes, que acechan la libertad creadora. Si en “La Novia del gigante” hablaba el ciudadano común frente al poder, acá es un artista el que confronta al sistema en defensa de su obra. 

El elenco conformado por Jorge Palacios, Armando Cabrera, Marcos Moreno, José Gregorio Paredes y Elvis Chaveinte, además del propio Sciamanna, se muestra consolidado, con un manejo sólido del texto, encomiable trabajo vocal e interpretaciones bien delineadas. Impecable el vestuario de Eva Ivanyi y Raquel Ríos que junto a la sobria iluminación de Manuel Troconis entregan una visual íntegra.

La pieza podría sí, ajustarse, sintetizando el desarrollo del conflicto que se hace reiterativo. El epílogo, luego del encuentro onírico de Miguel Ángel, ya victorioso, con su escultura vivificada (creemos que es el desenlace final), toma rumbos desconcertantes en historia y planteamiento escénico debilitando el acertado discurso hasta allí mostrado. 

Columna publicada el 02/04/2013 en el diario El Nuevo País

"Nadie lo quiere creer. La patria de los espectros"

La organización del XVIII Festival Internacional de Teatro de Caracas 2013 no pudo haber hecho mejor elección para su inauguración que la compañía La Zaranda, Teatro Inestable de Andalucía la Baja, asiduos participantes de este certamen desde la década de los 90. Este colectivo con más de treinta años de trayectoria se ha convertido en una especie de grupo de culto para los seguidores de la buena escena alrededor del mundo, sustentado en una propuesta visual, en un lenguaje alegórico, que siempre, siempre, deja al arte teatral bien parado como vehículo de expresión y confrontación.

“Nadie lo quiere creer. La patria de los espectros” original de Eugenio Calonge (dramaturgo y fundador de la compañía) abrió telones para el festival el pasado 21 de marzo en el Teatro Chacao. Este texto plasma la enfermedad de una sociedad desmembrada, inmoral, tan cercana a la podredumbre, casi como un cadáver insepulto. Y es que en una antigua mansión, tres personajes deambulan como fantasmas, como entes que aunque ostentan todavía el don de la respiración, la muerte ya los ha alcanzado, el tiempo ha cumplido su devastador propósito, y sólo les queda el apego a las reminiscencias de un pasado otrora glorioso. Una anciana decadente, enferma, mutilada en cuerpo y espíritu, última representante de un prominente abolengo; su criada, también en las últimas y atenta a heredar los despojos, y un sobrino anodino, pariente lejano recién aparecido que también aspira a pescar en río revuelto, hilan una historia tan luctuosa como enfática al exponer “una lectura soterrada de la realidad que atravesamos, un mundo disecado en el que ya no se generan ideas nuevas sino que sólo se buscan intereses mezquinos”.

La puesta en escena, bajo la dirección de Francisco Sánchez (Paco de la Zaranda) convierte la antigua casa en un espacio lleno de sombras, en el que la muerte vence constantemente. Cuatro ventiladores, un viejo reloj de piso, y algunas sillas van conformando un espacio cambiante, desprendiéndose de sus formas originales y asumiendo poéticamente nuevas funcionalidades: el reloj llega a ser un ataúd, los ventiladores, un balcón; las sillas una cama. La presencia y uso permanente de sábanas, calcan en el espectador la imagen constante de la mortaja, el asedio inevitable de la ceniza. Las interpretaciones, ofrecen por un lado una expresividad corporal sin grietas, cuerpo y voz perfilando caracteres únicos; y por otro la metáfora ineludible de la ruina espiritual de nuestro tiempo. Sin duda un espectáculo más que digno, que con elaborado humor negro, ¡impacta, conmueve conecta y abofetea! 

Columna publicada el 26/03/2013 en el diario El Nuevo País

"XVIII Festival Internacional de Teatro de Caracas 2013"


Con esfuerzo y perseverancia encomiables vuelve una nueva edición del Festival Internacional de Teatro de Caracas (FITC 2013) del 21 al 31 de marzo, y brindándole merecido homenaje a María Teresa Castillo, gerente cultural que tuvo arte y parte en la concepción de este evento de las artes escénicas que retumbó a nivel contin
ental y colocó en su momento a nuestro país como referente del teatro mundial.

Las agrupaciones internacionales La Zaranda, Onírica Mecánica, Teatro La Quimera de Plástico, y Esther Freixa i Ràfols y Toni Cots desde España; Timbre 4 de Argentina, la EDX2 Dance Company surcoreana, Malayerba de Ecuador, Grupo Varasanta de Colombia y DIN A 13 Tanzcompany y AM Danza de Habilidades Mixtas co-producción Alemania-Venezuela, completan la grilla que junto a 18 agrupaciones nacionales de primer orden entre las que se cuentan Río Teatro Caribe, GA80, Ciane, Teatro La Bacante, Theja y demás, brindarán una programación amplia en géneros y modalidades que abarcan desde el teatro clásico hasta la vanguardia. 

La inauguración del festival correrá por cuenta de los españoles La Zaranda, conocidos ya del público caraqueño con sendos espectáculos en dos ediciones anteriores. De su última visita ya han pasado veinte años y para su retorno traen el espectáculo ”Nadie lo quiere creer” con dos funciones en el Teatro Chacao. Además de las funciones, el festival ofrecerá las acostumbradas actividades de formación y reflexión, en foros, talleres y encuentros con los invitados internacionales. 

Destacan el “Taller de Dramaturgia Sonora: Audio y Sonido en la producción teatral” dictado por los brasileros Raúl Teixeira y Martín Eikmeier de la Escuela de Teatro de Sao Paulo, o el “Taller de Movimiento aplicado a los actores” impartido por la reconocida coreógrafa venezolana Luz Urdaneta. El circuito de salas para esta edición incluye la Sala Cabrujas (Los Palos Grandes), Teatro Trasnocho y Espacio Plural Trasnocho, el Teatro César Rengifo (casco histórico de Petare), la Sala Rajatabla, la Asociación Cultural Humboldt (San Bernardino), el BOD Corp Banca Centro Cultural. 

Una nueva oportunidad para afinar la célebre comunión escenario-espectador, para reencontrarnos, en definitiva, para leer nuestra escena a través de cristales propios y también, justo y necesario, con los del mundo. 

Columna publicada el 19/03/2013 en el diario El Nuevo País