miércoles, 2 de septiembre de 2009

"Bolívar, la gloria de un general"

Bolívar sigue siendo personaje. Ya sea histórico, cinematográfico, televisivo, literario o teatral, Bolívar se mantendrá en nuestro inconsciente (y en nuestro consciente) colectivo de una manera u otra, independientemente de los momentos políticos y sociales que vivamos. Es nuestro Quijote particular, tan querido como maltratado, tan idolatrado como vilipendiado. Como la sábila, Bolivar sirve para todo y para todos, según gusto y conveniencia.

Recuerdo hace unos años cuando con bombos, platillos y valla gigante en la autopista se anunciaba la película “Bolivar, The Liberator”, así, en inglés, derrochando aroma hollywoddense, tal como muchos ansiaban. Una ola de inversionistas aportaron su cuota en metálico. Sería la reinvindicación de nuestro héroe, que como todo héroe serio que se precie tendría su respectiva super-taquillera. Todo no pasó de una gran estafa. Bolívar sigue sin su gran película, ni hollywodense, ni venezolana. Pero cabe mencionar también experiencias enriquecedoras como el “Bolívar” de Rajatabla, escrita por José Antonio Rial y dirigida por Carlos Gimenez, pieza icónica con la que nuestro ilustre padre de la patria deambuló por los escenarios del mundo. O la “Simón” de Isaac Chocrón, que al igual que la de Rial, vió luz envuelta en las celebraciones del bicentenario del natalicio del Libertador, por allá en los 80.


Aquél Bolívar del Rajatabla se hizo piel en el actor Roberto Moll, y ahora, más de veinte años después, el Libertador vuelve a tocarle las puertas al intérprete para que sea su aliento en “Bolívar, la gloria de un general”, original de joven dramaturgo Juan Carlos Du Bouley, y llevada a escena por la agrupación Contratipo, bajo la dirección general de Dairo Piñeres. Luego de tres presentaciones en el Teresa Carreño, la obra viene a su temporada en el CELARG, del 03 al 27 de septiembre.


La propuesta, que se centra en los días finales del general Bolívar, busca presentar al personaje desde su parte más humana, hurgando en las desdichas de la gloria y el poder, y reviviendo también los sucesos más significativos de su vida y nuestra historia. Francisco de Miranda, Antonio José de Sucre, y cómo no, Manuela Sáenz, le acompañan en este viaje narrado en compañia de su fiel servidor José Palacios. Personajes históricos y dramáticos que se reúnen para acercarse al lado humano de un ser que saborea la inmortalidad. ¡Aúnque no tenga aún su película!

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