jueves, 6 de octubre de 2011

"Un tranvía llamado deseo"

Que una historia, clásica por demás del teatro universal del siglo XX, que se desarrolla en los Estados Unidos de los años cincuenta reviva en este 2011; que de Nueva Orleans se traslade a Caracas (o digamos a cualquier ciudad latinoamericana); que de ser su protagonista originalmente polaco pase a ser ahora un “brasileiro, meu cara”; que de una vecindad en el sureño Missisipi pasemos a un barrio con sabor y ambiente “reguetonero”; es que va la versión de “Un tranvía llamado deseo” que las agrupaciones Hebu Teatro y Teatro del Contrajuego traen al Espacio Plural del Trasnocho bajo la dirección general de Orlando Arocha.



Esta pieza fundamental del teatro contemporáneo, original del dramaturgo estadounidense Tenesse Williams, presenta la historia de Blanche Dubois, una aristócrata venida a menos que oculta escabrosos secretos, quién llega con sus maletas a casa de su hermana Stella, que hace tiempo ha abandonado el acartonado modo de vida heredado de su linaje y se ha casado con Stanley Kowalsky, un obrero tosco y dominante. El choque entre Blanche y su cuñado es una gran metáfora para el enfrentamiento de dos culturas, de dos formas de supervivencia. Para el momento en que fue estrenada la pieza (1947), el mundo acababa de salir de la Segunda Guerra Mundial y se respiraba por todo el orbe un nuevo orden en el que grandes sistemas dominantes iban desapareciendo para dar paso a una clase emergente. El obrero Kowalsky representa una moral y una cultura que empieza a hacer eclosión frente a Blanche, representante de un sistema moribundo y de cimientos arenosos.



La versión que hace Arocha, mantiene los nombres de personajes y lugares originales del texto, pero los desarrolla en un ambiente latino, cercano y actual. La puesta en escena mantiene una rica tensión-distensión que deja colar la duración de la pieza con ligereza. La escenografía en dos niveles, -elaborada en su casi totalidad con gaveras de cerveza Zulia- nos ubica de inmediato en el ambiente laxo y desprendido de cualquier barriada caraqueña. El conflicto entre dos mundos aparentemente irreconciliables, aparecen con todo el acento de lo popular y es fácilmente reconocible para el espectador. La acción se desarrolla con fluidez, en una acertada dinámica que alterna el drama y el humor en forma inteligente y ajustada. Diana Volpe en el papel de Blanche brinda una interpretación lúcida y honesta que logra conmover. Rossana Hernández, se entrega a su personaje, mostrando equilibrio y madurez en el rol de Stella. Ricardo Nortie, como el patán Kowalsky, se muestra desenfadado y engancha. El resto del elenco encabezado por Simona Chirinos, como siempre destacada en su rol, ofrece interpretaciones bien sustentadas, que por razones de espacio no podemos detallar como deseáramos.




Hasta el próximo 12 de junio tendrá oportunidad de ver esta versión “arrabalera” y sacar sus propias degustaciones.¡No le pase lo que a Blanche cuando dice “siempre he dependido de la amabilidad de los extraños”!




Columna publicada el 31/ 05/ 2011 en el diario "El Nuevo País"

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