martes, 31 de mayo de 2011

"Vía Crucis"

Con la llegada de la semana santa asisitimos también a una manifestación teatral, cuyo origen se remonta a los primeros siglos del cristianismo: la celebración de los Vía Crucis vivientes, representaciones de marcada raigambre popular que recrean la pasión, muerte y crucifixión de Jesucristo. La devoción que los primeros cristianos profesaban por los lugares relacionados con la vida y muerte de Cristo provocó importantes peregrinaciones a Tierra Santa. Con las Cruzadas se extendió esa devoción y los cruzados empezaron a llevar a sus lugares de origen la idea de realizar algo parecido a lo que habían visto y obrado en Jerusalén.

A nosotros -como la casi totalidad de nuestras tradiciones religiosas- nos llega la costumbre con la Colonización. En nuestra era contemporánea distintas parroquias de la capital como La Pastora, 23 de enero, San Agustín del Sur, o El Junquito han llevado a sus calles interpretaciones de esos últimos acontecimientos en la vida del llamado Redentor. El de La Pastora, por ejemplo, uno de los más emblemáticos, que se celebra desde hace más de cincuenta años, parte del Camino de los Españoles, pasa por El Polvorín, Mecedores y sigue hasta la Iglesia de San Judas Tadeo.

También podemos mencionar el Via Crucis patrocinado por FUNDARTE que durante alrededor de veinticinco años (se dejó de hacer sin mayores explicaciones hace dos años, según informa uno de sus actores y directores estables) salió desde de la Plaza Bolívar. La representación constaba de unas quince estaciones entre las que destacaban los principales sucesos del martirio de Jesús: su flagelamiento y sentencia, la liberación de Barrabás, su clavado en la cruz, sus caídas sucesivas, su encuentro con La Verónica quién le limpia el rostro, el encuentro con su madre María y su hermano Juan, la intervención de José El Cirineo (llamado así pues en el relato bíblico se dice que venía de la ciudad de Cirinea) quién le ayuda a cargar la cruz, el despojo de sus ropas, su crucifixión, el episodio del terremoto, la perforación de su tórax; y culminaba ya en el Parque El Calvario con su muerte y sepultura. Y hay que decir que para el actor que personifica a Jesús, la tarea no es tan fácil, pues realmente debe cargar con una cruz de unos 110 kg. Es claro que la diversión la tienen los actores que personifican a los soldados romanos, repartiendo latigazos a diestra y siniestra, incluyendo a algún despistado espectador.

En el interior, son famosos El Nazareno de Achaguas (Edo. Apure), relacionado con nuestra Guerra de Independencia, y al general Páez, quién en pago de promesa por la victoria obtenida ante las fuerzas españolas, encomendó la construcción de la imagen hacia 1835. Los Via Crucis de Caripito, en el estado Monagas, y Tostós, en Trujillo, o el “Cristo de Bolívar” en Ciudad Bolívar son tambié relevantes por su majestuosidad, cuidado y convocatoria. ¡Teatro, lo nuestro es puro teatro!

Columna publicada el 19/04/2001 en el diario "El Nuevo País"


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