miércoles, 11 de septiembre de 2013

"Anamnesis"

Una mujer que se ahoga, sacando la mano entre las olas, hundiéndose, desapareciendo, tendiendo la mano a otros. 


En un salón dominado por las sombras, con la pátina ineludible del tiempo, Rebeca y Devlin convergen en una intermitente lucha de palabra y silencio. Su relación es ambigua, hay entre ellos cierto juego de poder. Rebeca hace memoria, y en su devenir trae los recuerdos, oscuros, mortales, que definen su temblor actual. Ese ejercicio de rememorar, de traer al presente el pasado se le conoce como “Anamnesis”, título escogido por el grupo teatral Grado 38° para su versión de la pieza “Cenizas a las cenizas” del británico Harold Pinter (1930-2008) cuyo estreno ocupó las bustacas del Teatro San Martín el pasado viernes 09 de agosto. 

Pinter, además de celebrado poeta, director, actor y dramaturgo (Premio Nobel de Literatura 2005) también fue un abierto activista político. En su discurso de recibimiento del Nobel fustigó duramente al gobierno británico y estadounidense por la invasión a Iraq y demás abusos emprendidos. Él mismo sufrió, siendo aún un adolescente, los horrores de la II Guerra Mundial, y esas imágenes lo han perseguido durante toda su vida. De “Cenizas a las cenizas” refiere en ese mismo discurso: “Me parece que tiene lugar bajo el agua. Una mujer que se ahoga, sacando la mano entre las olas, hundiéndose, desapareciendo, tendiendo la mano a otros, pero sin encontrar a nadie, ni fuera, ni bajo el agua, encontrando sólo sombras, reflejos, flotando, una figura perdida la mujer en un paisaje que se ahoga, una mujer incapaz de escapar a un final que parecía destinado sólo a otras personas”.

La versión del grupo caraqueño, dirigida por Gregorio Milano, es rescatada por un tratamiento estético bien logrado y coherente. El espacio escénico exuda nostalgia y misterio: paredes deterioradas, cuadros antiguos con imágenes atormentadoras, sillones, y en el centro, dominando, una vieja maleta, acaso como una diminuta alegoría a la caja de pandora de la que, al abrirse, se escapan los males del mundo, de Rebeca, de Devlin. La iluminación provoca y acompaña la tensión constante, dibuja sombras y ánimos. 

La puesta en escena de Milano sosegada en su concepción, busca equilibrio en la imagen y la composición. Sobre los hombros de Marina Guedez y Ramón Goliz descansa la responsabilidad de dar vida a la pareja que dialoga y hurga. Los personajes sin embargo, no han podido romper la barrera de la palabra y el gesto aprendido, y esperan aún por ser insuflados con el aliento de un mayor y más profundo entendimiento del autor y el texto. La temporada abarcará el mes de agosto. Viernes y sábados a las 08 de la noche y domingos a las 06 de la tarde.

Columna publicada el 13/08/2013 en el diario El Nuevo País

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