martes, 31 de mayo de 2011

"Lírica"

Tábula Rasa

La violencia se acuesta con nosotros y con ella nos despertamos. Ha pasado a formar parte de nuestra cotidianidad con una facilidad pasmosa, palpita, se ha hecho ciudad, individuo y sociedad; y desde ángulos diversos: en lo doméstico, en lo político, en lo social, en lo general. Ante este arropo ¿qué nos queda? ¿Cuál es la salida? Para el dramaturgo Gustavo Ott la apuesta es el reconocimiento de nuestra propia sensibilidad y esa es la utopía por la que plantea en “Lírica”, trabajo con el que el Teatro San Martín da inicio al “Proyecto Burgueses” y cuya temporada arrancó el pasado 29 de abril.

La historia de la pieza está basada en un hecho real sucedido en una escuela cercana a la sede del teatro. En ella David López y Lennon González, dos chamos de nueve años comparten amistad, el amor por la poesía y el amor por Francesca. Pero para sus madres, esa amistad es imposible: el padre de Lennon asesinó de tres disparos al papá de David para robarlo cuando éste regresaba de su trabajo, un encuentro de esos que en nuestras escaleras y veredas se da a diario. El odio y la angustia que entre estas dos familias brota, no florece en lo absoluto en el compartir de los dos amigos, concientes de los sucedido, pero ajenos completamente a esa realidad de prejuicios y deseos de venganza. Como mediadora entre las madres, la directora de la escuela lucha por hacerles entender que la reconciliación es posible, que la utopía debe prevalecer.

El montaje, bajo la dirección general de Luis Domingo González, se desarrolla en la oficina de la directora, ambientada con un viejo piano, unas sillas y el consecuente escritorio de ministerio flanqueado por la presencia de un gran tricolor nacional, que más de una vez termina en el suelo a fuerza de ira y desasosiego; y si bien es un elemento recurrente en este tipo de oficinas, acá se eleva en símbolo, en metáfora de un país que sufre dividido por el odio. En contraposición, el piano, del que la directora al final arranca algunas notas ejecutadas sin prodigio, pero con la total convicción de que el camino es el que han señalado los dos amigos. María Brito (la directora) Verónica Arellano (Abril López) y Carolina Torres (Norway González) conforman un compacto elenco, sus personajes conmueven, se nos antojan cercanos, vívidos. La puesta en escena de corte realista juega con la realidad y la poesía manteniendo el espíritu imbuido en el texto. El “Proyecto Burgueses” continuará este año ofreciendo “espectáculos que colocarán las historias de la comunidad como centro de todo el esfuerzo literario y teatral”. ¡Estaremos al pendiente!

Columna publicada el 10/05/2011 en el diario "El Nuevo País"

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