El fin de semana del 28 y 29 de mayo se presentó una vez más en Caracas, y una vez más en el Teatro Teresa Carreño, el siempre aplaudido Teatro Negro de Praga con el espectáculo “La Bicicleta Voladora”. La agrupación Srnec Theatre, bajo la dirección general de su fundador Jiri Snerc, continúa después de cincuenta años de rodar por las tablas del mundo, ofreciendo éste particular arte escénico que a través del gesto y el juego entre la luz y la sombra desarrolla espectáculos vistosos dirigidos al disfrute de un público de edad heterogénea.
La técnica sencilla, pero visualmente deliciosa de esta propuesta consiste en un escenario tipo ”caja negra”, completamente a oscuras, y en el que se utilizan juegos de luces dirigidas para provocar la ilusión, cuando está realmente bien hecha, de objetos y personajes voladores, trucos de posiciones imposibles y hasta desmembramientos (más del tipo comiquita que de película de terror, no se alarme) como el que vimos en este espectáculo cuando el protagonista, el joven inventor Anzoleto, intercambia cabezas con Cupido en un acto desesperado de éste último a ver si aquél se deja seducir por las mieles del amor.
Y es que por ahí va la historia de la “La Bicicleta Voladora”: Anzoleto, fascinado por el vuelo de los pájaros, trabaja incansablemente en crear una bicicleta con la que pueda surcar los aires, y tan enfocado está en su empresa que no se fija en el amor que por él siente Consuelo, doncella asediada por las pretensiones del villano Orator. Cupido acude en ayuda de la desconsolada muchacha, y a lo largo del desarrollo de la trama intentará juntar a los enamorados.
Imágenes de fantasía, bailes de objetos, coreografías clásicas, una música incidental, que cómo la historia le exige, se antojaba por momentos empalagosa; construyeron una puesta en escena sencilla, equilibrada entre el uso de los artificios de la luz negra y el trabajo actoral, cuya interpretación se sustentó exclusivamente en lo gestual, prescindiendo por completo de la palabra.
Los actores invisibles, esos que ataviados completamente de negro dan vida a los objetos inanimados, mostraron su destreza al poner a bailar a unos alegres postes, hacer girar flechas y herramientas por los aires, animar a un simpático y escandaloso perro de peluche, elevar y hacer flotar a los actores y actrices, e incluso poner a volar, como era el sueño de Anzoleto, su enorme bicicleta del siglo XIX, época en la que está ambientada la obra y que se ve pulcramente reflejada en el vestuario. En definitiva, un espectáculo ameno y disciplinado.
La gira venezolana de esta agrupación nacida en la extinta Checoslovaquia los llevó además de la capital a las ciudades de Mérida el 31 de mayo, Valencia el 02 de junio, Barquisimeto 03 de junio, finalizando en Maracaibo el domingo 05.
Columna publicada el 07/06/2011 en el diario "El Nuevo País"
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