Lo histórico está en boga. La época independentista, razón y motor de estas celebraciones bicentenarias, se revive en distintos espacios y ámbitos de la vida pública. Desde actores y actrices que en plazas y bulevares deambulan trajeados a la usanza de ese nuestro siglo rebelde, personificando próceres y heroínas; hasta montajes en salas que celebran y reviven extractos de esa época de sables y consignas. César Rengifo, por ejemplo, cuya obra dramatúrgica acusó un profundo interés por el elemento histórico, es por estos días, uno de los dramaturgos más montado, nombrado, resaltado, homenajeado (y en algunos casos tergiversado).
Dentro de esa ola decimonónica, el pasado jueves en la sala experimental del CELARG se presentó “Heroínas de América”, propuesta dirigida por Costa Palamides, que reúne fragmentos de cuatro obras dramáticas sobre Manuela Sáenz, Luisa Cáceres de Arismendi, Joaquina Sánchez y Eulalia Buróz (o Ramos Sánchez según sea la fuente), escritas por José Manuel Freidel, Pedro Riera, César Rengifo (no podía faltar), Rodolfo Hurtado y Benjamín Farías; y con las actuaciones de Jazmín Castro, Karla Fermín, Juliana Cuervos y Ximena González.
Mitad monólogos y mitad lectura dramatizada, la puesta en escena, desarrollada en un espacio circular, se une al espíritu de los autores y se centra en reivindicar la participación de la mujer en la lucha subversiva, pero también en descubrir la dimensión humana de las protagonistas. Sacrificio y devoción. Empuje y entereza. La lucha interna entre los ideales libertarios y el papel de esposas, de madres, de amantes y amadas. Esa misma fuerza que en el campo de batalla llevó a Manuela Sáenz al grado de Coronela dentro del ejército libertador, la desataba en la alcoba, celosa, ante el descubrimiento de un pañuelo ajeno en las sábanas del Libertador. Prisionera, torturada y usada como carnada para doblegar al general Arismendi, Luisa Cáceres tenía en su aguante un sable acaso más puntiagudo que el de su esposo. Joaquina Sánchez se le plantó de frente a la muerte y no le bajó la cabeza nunca; Eulalia Buróz vio sucumbir su juventud y sus sueños de adolescente ante los embates crueles de la guerra. Cuatro voces que buscan conducirnos hacia una comprensión de los ideales latinoamericanos. ¡Bicentenarios somos y en bicentenarios nos convertiremos!
Columna publicada el 26/07/2011 en el diario El Nuevo País
No hay comentarios:
Publicar un comentario