A lo largo de la calle principal del pueblo cientos de personas ondeando banderitas forman en ambos lados de la calzada un pasillo humano que refleja alegría, esperanza y fe. Arreglos con globos multicolores adornan las fachadas, y en la puerta principal de cada casa, de cada negocio, se erige un pequeño altar y alrededor de éste, la familia y amigos esperan el inminente cortejo. Escapando desde las ventanas, abiertas de par en par, o aullando en improvisadas “minitecas” instaladas en la acera, distintas músicas (contradictoriamente profanas la más de las veces) resuenan estridentemente. A lo lejos, se escucha la distorsionada voz de unos parlantes anunciando la entrada: ha llegado San “fulanito” o la Virgen de “tal”. A lo largo del año, en las distintas regiones una extensa fila de deidades salen del templo y pasean por las calles en una visita a sus devotos. Estas procesiones tienen en sus ritos, bailes y musica la una guía propia para la adoración y que constituye en sí misma una puesta en escena.
De esa simbiosis perfecta entre religión y arte popular nace “Por el camino de los Santos”, espectáculo que la Fundación Compañía Nacional de Danza llevó a la sala Rios Reyna del Teatro Teresa Carreño los pasados días 07 y 08 de julio. La Gaita de Tambora a Santa Lucía y los Vasallos y promeseros de San Benito de Bobure (Edo. Zulia), la Parranda de San Pedro (Edo. Miranda), los promeseros de San Pascual Bailón (Edo. Cojedes), el Tamunangue en honor a San Antonio de Padua (Edo. Lara), los Giros de San Benito (Edo. Mérida), el sangueo y golpe de tambor al San Juan Bautista de San Millán (Edo. Carabobo), los Pastores del Niño Jesús (Edo. Aragua) y la participación especial de las Voces Risueñas de Carayaca (Edo. Vargas); conformaron el cartel que durante casi dos horas ofreció un recorrido por las principales ofrendas celebradas en nuestro país, llevadas a escena por sus cultores y promeseros originales. Más de cien artistas, entre bailarines y músicos, se alternaron en un crescendo de jolgorio y fervor. Las imágenes benditas recibieron culto y aplauso en una fiesta-liturgia vivificada por los ritmos del Chocho, Ajé, Misericordia y Sangorongó de los Chimbanguéles zulianos, intercalados con galerones y zapatea`os cojedeños, y golpes de tambor mirandinos, entre otros. Para la mayoría de las agrupaciones, era la primera vez que se presentaban en este teatro, lo que le dio una significación especial. ¡Alabado sea el telón!
Columna publicada el 12/07/2011 en el diario El Nuevo País
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