"Stop kiss” obra original de Diana Son, plantea el tema de la intolerancia,
una mácula que sin importar cuán evolucionados seamos sigue triturándonos con violencia.
una mácula que sin importar cuán evolucionados seamos sigue triturándonos con violencia.
Sheila Monterola (al fondo) y Karina Velasquez protagonizan. |
Sara, una joven maestra, llega a la bulliciosa ciudad de Nueva York con la intención de cambiar su vida. Ha dejado atrás su apacible St. Louis y su trabajo en una escuela privada para darle un mordisco a la Gran Manzana en una escuela pública del Bronx. Callie, una reportera de tráfico, la recibe e intenta enseñarle algunos métodos de supervivencia en la hostil ciudad. Ambas amigas desarrollan una relación que tímidamente se va deslizando hacia una atracción inocultable. La noche de su primer beso son sorprendidas por un ataque feroz que deja a Sara en coma. Con esta trama, “Stop kiss” obra original de una de las plumas más respetadas actualmente en el circuito Off-Broadway, la norteamericana de raíces coreanas Diana Son, plantea el tema de la intolerancia, una mácula que sin importar cuán evolucionados seamos, sigue triturándonos con violencia.
La pieza, estrenada en Nueva York en 1998, llegó el pasado viernes 18 de enero a la sala del Espacio Plural Trasnocho en una propuesta dirigida por Consuelo Trum, con la producción de Reinaldo Cervini y las actuaciones principales de Sheila Monterola y Karina Velásquez. La puesta en escena se desarrolla en un mismo ambiente en el que comparten lugar el apartamento de Callie y la sala de terapia intensiva en la que convalece Sara. Esta partición espacial tiene eco también en las acciones, pues el texto narra la historia yuxtaponiendo pasado y presente. Así aumenta el valor funcional de las transiciones, y Trum las resuelve con inserciones de video y blackouts, que en algunos puntos de la pieza toman más tiempo y cantidad de lo que se desearía, dejando un escenario inerte, lo que resulta nocivo para la atención y ritmo de la pieza cuya falencia se sobredimensiona por la duración de casi dos horas que tiene el espectáculo (y si se toma en cuenta la hora y veinte minutos de retraso con que inició la función de pre-estreno para la prensa, pues…).
Karina Velásquez en el papel de Sara muestra convencimiento por su oficio actoral y busca revelar la ingenuidad-fortaleza característica de su personaje. Sheila Monterola, cumple como Callie, personaje explosivo y desorientado. A cuidar en ambas, una búsqueda de naturalidad tan afanosa que resulte antinatural. Reciben buen soporte del resto del elenco conformado por Agustín Segnini, Jesús Miguel Das Merces, y la participación especial de Carolina Leandro y Antonio Delli. El equipo de diseñadores: Edwin Erminy en la escenografía, Lina Olmos en la iluminación y Joaquín Nandez en el Vestuario; forman lo que podría considerarse un serio “trabuco”. La obra tiene, en definitiva, el potencial para solidificarse durante la temporada.
Columna publicada el 22/01/2013 en el diario El Nuevo País
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