El autor (ganador del Oscar por el guion de “Shakespeare Enamorado”) autodefine sus piezas como escritas “para gente preparada, con cierta perspicacia intelectual”.
La conocida como Revolución de Terciopelo fue un movimiento pacífico que causó la caída del comunismo en Checoslovaquia y el consecuente tránsito de éste país hacia la democracia y el capitalismo a finales de la década de los 80 del pasado siglo. Sus gobernantes pretendían resistirse tercamente a los irremediables cambios que se daban en la Europa comunista de la época, apuntalados por el reformista Gorvachov y su “Perestroika”. Su adjetivo “de terciopelo” hace alusión a la utilización de la palabra, y no de la fuerza o de las armas, para lograr sus objetivos. Como punto de partida del movimiento se tiene un manifiesto, la “Carta 77” –por el año en que fue presentada- en el que un grupo de intelectuales exponen sus diferencias con el régimen imperante, y cuyos frutos se verían más de veinte años después con la renuncia al poder del partido comunista en 1989.
Es de este período y de estos hechos que el dramaturgo inglés (de origen checo) Tom Stoppard se vale para desarrollar una de sus piezas más célebres “Rock´ n Roll, la Revolución de Terciopelo”, que en versión y dirección de Vladimir Vera arrancó su temporada en el CELARG el pasado 31 de enero.
La pieza orbita alrededor de un estudiante, su profesor, la familia de éste y cómo los ideales, la política y las trampas de la ideología van marcando el rumbo de sus vidas a lo largo de 25 años musicalizados por íconos de la cultura pop como Pink Floyd, Rolling Stones, The Doors, Guns and Roses, entre otros.
El autor (ganador del Oscar por el guion de “Shakespeare Enamorado”) autodefine sus piezas como escritas “para gente preparada, con cierta perspicacia intelectual” y en este texto se hace patente tal cualidad al mostrarnos diálogos de marcado carácter discursivo y que exigen del espectador sentarse en la butaca con un marco referencial a cuestas. Vera se aleja de la confrontación ex profeso acostumbrada en sus montajes y presenta una puesta en escena bastante tranquila, convencional, que pareciera dejar el avispero sólo en el texto y sus posibles interpretaciones y paralelismos con nuestra realidad. Diálogos y cambios de elementos escenográficos se suceden sin mayores aspavientos teniendo como fondo una banda que interpreta en vivo grandes títulos del rock, y apoyados por asistentes de escena que, protegidos por la penumbra pero con presencia evidente, entregan, sacan, y modifican los elementos de utilería.
Destaca Javier Vidal como Max, quien con su interpretación de un profesor arraigado a su ideología imprime calor a la tibieza general de la pieza. Elvis Chaveinte como Jan, se esfuerza, sin alcanzar el nivel que ha demostrado en otras interpretaciones. Completan el elenco Nattalie Cortez, Jesús Sosa, Gladys Seco, Domingo Balducci, Jan Vidal, Fabiola Arace y María Fernanda Esparza.
¡A rockanrrolear!
Columna publicada el 05/02/2013 en el diario El Nuevo País
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