jueves, 2 de febrero de 2012

"A Isaac Chocrón"


En la madrugada del domingo 06 de noviembre pasado nos dejaba Isaac Chocrón y con su último aliento expiraba también una de las voces fundamentales del teatro venezolano del siglo XX. Junto a José Ignacio Cabrujas y Román Chalbaud conforma la llamada “Santísima Trinidad” que renovó lenguajes, planteamientos y estéticas de la escena nacional, e impulsó el surgimiento de un teatro que se reconocía a sí mismo como propio, que radiografiaba nuestras realidades, 

Se graduó de Economista,  hizo Maestría y Doctorado y ejerció la profesión por once años, pero lo que quería realmente hacer era teatro y escribir, y lo hizo, como dramaturgo, director, ensayista, novelista y docente. A su primera novela, "Pasaje", escrita en 1956, le sucederían obras de teatro vitales para la escena nacional como "Animales feroces" (1963), "Asia y el Lejano Oriente" (1966), "Tric Trac" (1967), "La revolución" (1971), "La máxima felicidad" (1975), "Mesopotamia" (1980), "Simón" (1983) y "Los navegaos" (2006) ganadora ésta última del Premio Municipal de Teatro. En el ámbito novelístico destacan "50 vacas gordas"  y "Pronombres personales", y en el ensayo escribió títulos esenciales como: "El nuevo teatro venezolano" (1966) y "Tendencias del teatro contemporáneo" (1968).
Fue fundador de la Compañía Nacional de Teatro, director de El Nuevo Grupo, director de la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela, y del Teatro Teresa Carreño. Entre los numerosos reconocimientos que obtuvo destacan el  Premio Nacional del Teatro en su primera edición y el Doctorado Honoris causa de la Universidad Central de Venezuela.

En sus obras, de evidentes ribetes autobiográficos, Chocrón diseccionaba las relaciones humanas y su tirante dinámica de agresión, en sus líneas buscaba trastocar los convencionalismos hasta el punto de desacralizar a los héroes patrios o bien señalar cuestionables conductas colectivas. Su tesis de la “familia elegida”, esa que uno se construye y cultiva, a diferencia de la que por genética y sangre le corresponde, lo identificó a lo largo de su vida dramatúrgica y personal,

“Me da lo mismo la aventura en la que me he metido: sea teatro, novela o ensayo. A lo que sea, le impongo el mismo rigor: lograr el ritmo. Sigo al pie de la letra el consejo que Hamlet le da a los cómicos: ‘Que la acción corresponda a la palabra, y la palabra a la acción”. 

¡Aplausos por siempre, insustituible Maestro Chocrón!

Columna publicada el 10/01/2012 en el diario "El Nuevo País"

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