El martes 13 (¡buuuu!) la sala de teatro Altosf sirvió para que entráramos en la intimidad de Susanita, una señora de servicio que hace recuento de su experiencia vital, dolores y pasiones incluidos, refugiada en una casa a punto de ser demolida. La fuerza y verdad de Gladys Prince (autora y protagonista) conmueve en una puesta en escena limpia como soporte a una dramaturgia que requiere aún de ajustes en su desarrollo. El miércoles 14 la agrupación mexicana Arte Estudio expuso en el Teatro San Martín una “Hipótesis del sueño” basada en el cuento “El fusilado” de José Vasconcelos bajo la adaptación, dirección e interpretación de Marcos Pérez. La historia de un director que decide cambiar su obra apenas horas antes del estreno es la excusa para adentrarnos en una reflexión sobre el hombre ante la inminencia de la muerte.
El jueves los ánimos se relajaron para recibir en la Sala Altosf a la Escuela de Teatro César Rengifo con su propuesta de “Lisístrata”. Esta pieza antibélica de Aristófanes en la que las mujeres de Grecia acuerdan abstenerse del coito hasta que sus esposos detengan la guerra, mostró el desenfado y entrega de los estudiantes, dirigidos por Ludwig Pineda, aunque evidenció importantes fallas en la dicción y creación de personajes que atentaron contra la comprensión óptima del texto. El viernes fue el turno para la que agrupación argentina Oncativo lograra conmover con la pieza “Por los peces y los panes” un homenaje a dos monjas que sufrieron los rigores de la dictadura sureña. Interrogatorios, torturas, persecución, intolerancia y el trágico paseo en los tristemente conocidos “vuelos de la muerte” fueron sublimados en escena con una propuesta de danza-teatro dirigida por Mario Arrieto e interpretada por Aracelli Gelleni y Laura Gallo. Una puesta en escena redonda que logra el objetivo al transmitir la urgencia de no olvidar a los desaparecidos.
La muestra culmina mañana 21 de octubre en el CELARG a las 07:00 pm con la gente de Teatro Forte (España) y “Las Crónicas Palahniuk”. Al cerrarse el telón de esta VIII edición queda en plazas, boulevares, salas y espectadores el gusto por esta iniciativa que tanta falta hace y que tanto aporta al fortalecimiento de las artes escénicas, tan golpeadas en estos últimos tiempos. El despliegue de más de un centenar de espectáculos gratamente recibidos insta a continuar con este esfuerzo y a similares que apunten a la difusión real de la cultura. Que el año entrante vuelva esta ¡fiesta de los invisibles!